Compártelos con tus hijos
Es probable que muchos recuerdos de la infancia aún nos acompañen en nuestra vida adulta. Durante la primera infancia atesoramos escasos recuerdos. Algunas imágenes, lugares, pocos olores y apenas palabras. La etapa de la segunda infancia es, bajo mi punto de vista, un período de intensa acumulación de recuerdos. Esos que nos acompañarán el resto de nuestras vidas. Y, a partir de la adolescencia, se acumulan los recuerdos con más carga emocional. Obviamente porque ya, una vez perdida la inocencia, somos más conscientes de la realidad que nos rodea. Es ya en la edad adulta cuando, con frecuencia, tendemos a evocar algunos de esos momentos, sentimientos, perfumes o imágenes, que hemos ido guardando en la memoria.
Hace relativamente poco, supe que algunas personas no tienen recuerdos de su infancia. Los bloquean. Y me pareció sorprendente cuanto menos. Descubrí que se debía a que su propio cerebro bloqueaba los recuerdos porque resultaban demasiado dolorosos para procesarlos. Y lo entendí porque yo también tengo bastantes de esos y quizás hubiera resultado más fácil dejarlos caer en el olvido.

Dicho esto, creo que es importante saber que nuestro cerebro emocional, el que precisamente atesora los recuerdos, se desarrolla durante la primera infancia. Por eso es tan importante cómo nos relacionamos con nuestros hijos, qué clase de vínculo establecemos con ellos y cómo de seguro es el apego entre nosotros. Ya que de todo ello dependerá su vida adulta.
Porque el respeto, el estilo de crianza, la relación de apego, el vínculo y los recuerdos que generemos en nuestros hijos serán clave en cómo ellos se desenvuelvan como adultos. Influirá sobre su seguridad, su autoestima, su independencia, su responsabilidad, su autocontrol, su sociabilidad, el respeto por sí mismos y por los demás. Al fin y al cabo, los recuerdos forjan vida, vínculo, lazos y amor.
¿Qué recuerdos atesoras y cuáles generas? ¿Has bloqueado alguno?
Dedícate un tiempo a pensar en ello. Puede darte una pista de aquello que genera conflicto entre tus hijos y tú. Anímate a compartirlos con ellos para dar respuesta a lo que te pasa.
Vanessa Ojeda