Cuando nació Abraham yo pensaba que el tema de la lactancia no era tan complicado. Estaba desinformada, sinceramente. Aunque no fue un camino fácil, mi persistencia hizo que afianzásemos una lactancia materna que tenía los días contados. Y a ello le prosiguió una firme defensa de la lactancia materna, un deseo de que fuese exclusiva hasta los seis meses, de continuar como mínimo hasta el primer cumpleaños y después mientras los dos quisiéramos.
Pasó medio año, un año y la cosa iba bien. Llegó el año y medio y entonces me quedé embarazada de Ernest. Justo en ese momento, y después de varios meses de lucha, Abraham había dejado de pedir mamar por la noche y ahora qué? ¿el destete? No quería. Así que me decidí por seguir con la lactancia durante el embarazo. Sobre la semana 14 o 15 noté una reducción y corte en la producción de leche. Abraham seguía mamando pero, pasados unos meses, empezó a perder el interés. Podía llegar a casa y no me pedía inmediatamente; incluso empezó a llevarlo a dormir Jordi por la noche para no tener que darle el pecho antes de ir a dormir. Las tomas ya eran pocas pero obviamente ya las pedía cuando él quería. Lactancia a demanda literal.
Cuando nació Ernest, Abraham tenía 26 meses. Sabiendo que Abraham venía de camino al hospital para conocer a su hermano decidí esperar y no darle de mamar a Ernest para que Abraham no se sintiese molesto. Pero como tardaban tanto, empecé a darle de mamar y al poco rato, llegaron ellos. Cuando Abraham llegó encontró a Ernest en mis brazos, mamando. Al principio se sintió cohibido, pero al poco rato pidió mamar también. Y así fue como ambos mamaron a la vez. Desde ese momento y durante varios meses, cada vez que mamá daba el pecho a Ernest en presencia de Abraham, éste pedía mamar también y lo hacían los dos a la vez. Creo que eso creó un vínculo muy especial entre ellos. A veces se tocaban, se daban la mano o se acariciaban el pelo.
Cuando Ernest empezó a mamar de los dos pechos en cada toma, tuve que pedirle a Abraham que esperarse a que su hermano acabara. Y poco a poco, a medida que le hablábamos de que se iba haciendo mayor y de que iría al cole de los mayores, empecé a poner excusas y a posponer su demanda. Yo ya no estaba disfrutando tanto de la situación. Abraham ya no mamaba igual. Lo hacía de una forma casi erótica que me molestaba mucho. Me puse como meta su tercer cumpleaños o el inicio del cole. Iba funcionando. De nuevo iba perdiendo interés y ya solo lo pedía un par de veces a la semana.
Llegado el momento que me había planteado, y ante nuevas demandas, solo he podido decirle que él ya es mayor. Obviamente es un duelo para mí. Ya nunca más estará tan conectado conmigo y me siento apenada pero ya no disfrutaba de la situación. Aún a día de hoy a veces se acuerda y me lo pide de nuevo, especialmente si me ve desnuda, pero mi respuesta sigue siendo la misma. Me da pena pero ahora no quiero volver atrás. Ha sido una etapa maravillosa con ellos. Abraham disfrutó en exclusiva. Después compartieron un tiempo juntos y ahora Ernest la disfruta en exclusiva.
Mientras ambos la compartieron tuve la oportunidad de sentirlos muy cerca, notar su contacto y su calor. Abrazarlos y acariciarlos y ver cómo se tocaban entre ellos. Espero que haya ayudado a crear un fuerte vínculo que dure toda una vida, si es posible. Gracias Abraham y Ernest por vuestras caricias y vuestro calor. Sentir vuestros cuerpecitos ha sido una experiencia maravillosa.