¿Dedicáis algún momento de nuestras vidas a dar gracias por lo que sois, por dónde vivís, por cómo habéis llegado hasta el aquí y ahora presentes y qué personas os han acompañado?
Con este ritmo de vida, con la presión consumista y capitalista, puede quedar oculta esa necesidad de autorreflexión.
Practicar la gratitud es distinto de dar las gracias o ser agradecido. Es comprender lo que tenemos, ver el lado positivo de las cosas, es centrarse en el presente, valorarlo y sentirse bien.
Hacerlo con asiduidad implica:
- tener más energía,
- ser más optimista,
- experimentar más emociones positivas,
- tender a ser más amable,
- ser más empático y espiritual,
- tener mayor capacidad de perdón,
- ser menos materialista,
- menor probabilidad de sentirse solo, preocupado, o sentir envidia,
- refuerza la autoestima y el amor propio,
- ayuda a afrontar las situaciones difíciles,
- ayuda en las relaciones sociales,
- y se tiende a ser más feliz.
¿Cómo practicar la gratitud?
Puede ser muy positivo realizar una vez a la semana un ejercicio de autorreflexión en el que repasar lo sucedido en nuestras vidas en los últimos años, meses, semanas o días. Da igual cuánto tiempo atrás.
Se trata de escoger cuatro o cinco cosas y reflexionar sobre ellas. Cosas por las que nos sintamos agradecidos. Pueden estar relacionadas con el lugar donde vivimos, situaciones o acontecimientos acaecidos, algo que nos gusta hacer, experiencias vividas, personas que han tenido que ver algo en nuestras vidas,…
Podemos hacerlo por escrito en forma de diario semanal de gratitud o dedicar ese tiempo a meditar mentalmente. Se recomienda hacerlo solo una vez a la semana, porque hacerlo más veces implica ser menos agradecido.
Para los que realizan reuniones semanales familiares sabéis que expresar gratitud es una parte importante de la estructura de la reunión.
Y para los que no lo hacéis este tipo de reuniones os invito a que hagáis reuniones en familia donde expresar en voz en voz alta algunas cosas por las que os sentís agradecidos, especialmente con el resto de miembros de la familia, porque es una manera de enseñar a los niños cómo practicar la gratitud y ejercer de modelo para ellos.
Os resultará muy gratificante y a la vez os conectará y vinculará con el resto de la familia.
Vanessa Ojeda