Hace hoy 20 años exactamente que nos proclamamos oficialmente novios. Éramos casi unos niños con ganas de amarnos, demasiado jóvenes para pensar en un futuro pero lo suficientemente maduros para tomárnoslo en serio; y luchar contra viento y marea demostrando a todos que nuestro amor era verdadero.
Prácticamente nos moldeamos mutuamente, tomado lo mejor de cada uno y absorbiéndolo con ganas como el aroma de unas magdalenas recién hechas. Nos hicimos mejores hasta fusionarnos, viviendo momentos maravillosos y superando otros difíciles. Cada vez más unidos, cada vez más fortalecidos.
7 años después compartimos vida, a los 10 años nos casamos y cuando hacía 15 llegó el primer hijo. Y dos años después el segundo. Y ellos son la fusión de nuestra esencia. Una mezcla de nuestras mejores virtudes y nuestras peores debilidades. Una proyección de ti y de mí. Pero algo que siempre compartiremos, pase lo que pase. Una unión que perdurará hasta el fin de sus días. Y son hijos del amor. Del amor entre nosotros.
Y sí, las cosas han cambiado desde que somos padres. Y hemos pasado por las crisis más duras y prolongadas desde que estamos juntos (Crisis de paternidad). Y lo cuento porque muchas parejas también lo sufren, incluso algunas no lo superan. Pero casi cinco años más tarde puedo decir que sí, hay días difíciles, que sí, algo ha cambiado en nosotros; y también que a veces hemos estado distantes, incluso que la llegada de los niños ha sacado lo peor de nosotros; y ocupan prácticamente la totalidad de nuestras vidas pero también nos ha hecho reinventarnos, esforzarnos hasta el límite y seguir luchando todos los días, nos apetezca o no, arrancándonos una sonrisa a pesar del cansancio (uno de los peores enemigos de la maternidad).
Afortunadamente contamos con una fortaleza: nuestro amor, el pilar que sustenta nuestras vidas y nos da fuerzas para superarlo.
20 años y 2 hijos después es maravilloso poder celebrar nuestra unión, y tras cinco años duros, nos merecemos un descanso y un tiempo como pareja, por eso nos vamos de mini-luna de miel. Echaremos mucho en falta a los peques pero a veces es necesario mirarse a los ojos sin rencor y reconocer en esa mirada la intensidad con la que nos enamoramos de adolescentes; porque mamá y papá también escriben su historia con amor.
Gracias por esa sonrisa que me regalas cuando te miro todos los días de nuestras vidas. TAPS+ príncep del meu coret.
Vanessa Ojeda
Deja una respuesta