No son pocas las personas que, sabiendo que tenemos dos hijos varones, nos dicen: “ahora a por la niña, ¿no?”
Pues NO.
Y es un NO con convencimiento, seguro, rotundo, firme y claro.
Sí, queríamos dos y sí, queríamos que fuesen seguidos y sí, iban a ser niñas supuestamente.
Y sí, fue triste descubrir que no lo eran y también sí, reconozco que no lo llevé bien al principio y también admito que a veces me pregunto cómo hubiera sido tener niñas.
Pero no, no habrá más. No, no iremos a por la niña.
Porque ser madre es maravilloso, porque no lo cambiaría, ni me arrepiento pero, como siempre respondo a todos los que preguntan, la maternidad ha sido muy intensa, en todos los sentidos.
La vivo con vocación, con dedicación, con preocupación y con mucha implicación. Pero nada ha sido fácil. Desde el primer día se rompieron todas las expectativas, se vinieron abajo todos los mitos y el camino se hizo muy cuesta arriba.
Hemos pasado por “cólicos”, problemas del sueño, despertares frecuentes, un segundo embarazo seguido… Y vuelta a empezar con los mismos problemas, además de añadirse otros tantos: rabietas, inquietud, crisis de pareja, épocas prolongadas de virus, resfriados, etcétera y una profunda sensación de estar dándolo todo en todo momento y renunciando a todo de mí misma, y todo ello acompañado de un enorme cansancio.
El primer año de nuestro segundo hijo fue especialmente duro. Así que ahora que uno tiene 4 años y el otro tiene 2, hemos empezado a respirar. Ellos tienen momentos de independencia, juegan juntos a veces y otras tantas se pelean (pero están muy unidos). Y nosotros tenemos algunos momentos para nosotros, como pareja y como individuos. Los niños pueden quedarse con nuestras familias y sabemos que están bien, disfrutando y sin añorarnos constantemente.
Aunque ahora ya no es un problema encontrar un momento para ducharse o conseguir que se duerman por cuarta vez, ellos han crecido y los problemas son otros, más bien mentales que físicos. Quizás yo duerma mejor que hace 4 años pero mi cabeza no para de darle vueltas a cómo solucionar las dificultades del día a día.
En definitiva, somos felices con dos y ya se me hace difícil salir adelante, no me imagino con más. No creo que pudiese.
Así que, a pesar de que echaré de menos ese primer momento en que ves cómo nacen o tenerlos en brazos, portearlos o apoyarlos en mi pecho, y lo maravilloso que es ver cómo aprenden a andar o a escribir, así como vivir todos esos momentos tan tiernos e íntimos, no deseamos volver a tener otro hijo. Ambos estamos de acuerdo. Estamos satisfechos.
Lo siento por los que sigan preguntando, no iremos a por la niña.
Vanessa Ojeda