Una relación para toda la vida
Hoy quería hablar sobre las relaciones más largas que pueden tener las personas en su vida. Las relaciones entre entre hermanos, ese vínculo que se crea o no. Y es que hace unos días, os contaba por redes que, cuando me dirigía a la parada del bus, vi a unos hermanos, una niña de unos 11 o 12 años y su hermano de 7 u 8 caminando. Justó pasé por su lado cuando ella miró a su hermano con muy mala cara y le dijo: “¡Te odio! ¡Ojalá te mueras!”
La verdad es que me impactó mucho. Hay que decir que soy hija única y que estoy practicando como bimadre la experiencia de criar a dos hijos. Mi madre suele decirme que está contenta de haber tenido una hija. Y eso me duele un poco porque es como decirme: No ha sido buena idea que tengas dos hijos. Mis padres vienen de familias con varios hermanos y traen mochilas llenas de resentimiento entre ellos, de distancia, de envidia o celos y de experiencias negativas en su relación. Y con la edad que tienen, también algunas cuestiones relacionadas con la herencia. Así que, partiendo de ese referente, os podéis imaginar cuán importante es para mí que mis hijos se lleven bien. Que creen un fuerte vínculo que les acompañe el resto de sus vidas.
Decidimos que fueran seguidos. Se llevan dos años. Cuando nació el segundo, el primero aun era un bebé. Y fue muy duro. Cambiaba pañales a los dos, amamantaba a los dos (hice lactancia en tándem) y me despertaba tantas veces por la noche que tenía un humor de perros.
Sin embargo, mi hijo mayor, adoraba a su hermano. Le encantaba sentarse a su lado, tocarlo, contarle cuentos, hacerle caricias. Le hablaba mucho. Y así se fue forjando su vínculo.
¿Se pelean? Claro. Todos los días. ¿Se pegan? Sí. Hasta que intervengo. Pero lo que más hacen es jugar juntos, negociar, ayudarse el uno al otro, hacerse cómplices, defenderse el uno al otro, hacer migas, dormir en la misma habitación, ver dibujos juntos y un largo etcétera.

Y echarse de menos cuando están separados. No saben qué hacer cuando no está el otro. El pequeño dice que no está acostumbrado a estar sin su hermano. Claro, no sabe lo que es vivir sin un hermano. Porque nació cuando el rey de la casa era destronado.
No sé cómo será su relación de adultos, pero hacemos todo lo posible para no compararlos, etiquetarlos, fomentar la competencia entre ellos o cargar la responsabilidad de lo que ocurra sobre uno de ellos. No tengo ganas de oírles decir: “¡Te odio! ¡Ojalá te mueras!”. Incluso hablé con ellos de lo que había visto y oído entre esos hermanos y sé que no les dejó indiferentes, aunque después se lo tomaron a risa, incluso imitaban la escena. Espero que no lo tomasen como ejemplo.
Preguntadme dentro de 25 años.
Vanessa Ojeda