Para celebrar el 8M
Se acerca el 8M y me apetece hablar de esas mujeres de mi familia que me han dejado huella. Ya he hablado en otras ocasiones de ellas, aunque tal vez hoy tenga algo distinto que decir al respecto.
Son mujeres que nadie conoce, que no aparecerán en ningún libro de historia, ni les concederán ninguna medalla a título póstumo. Pero, de alguna forma, han contribuido a cambiar el mundo a pequeña escala. Y serán recordadas siempre por sus familias, por todo el amor que reparten o repartieron, además de todo lo que de ellas aprendimos, aprendemos y aprenderemos.

Las mujeres de las que hoy quiero hablaros por haber dejado huella en mí, son mi abuela paterna y mi madre.
Mi abuela paterna por lo avanzada que fue a su época, por ser pionera en tanto, por emprender, por trabajar sin cesar, por tener siempre palabras bonitas que decir.
Mi madre por ser ejemplo de lucha, por no rendirse, por ser resiliente, por no quedarse con una única respuesta, por no dejarse llevar por las masas, por su rebeldía, por profundizar en todo, por esforzarse en salir de toda la mierda que le ha tocado vivir.
Y a ambas, por creer en mí, por confiar en mí, por amarme incondicionalmente. A mí y al resto de la familia.
Por ser tan fuertes y empoderadas.
Son mujeres inspiradoras, que desde el anonimato han contribuido a abrir camino a otras mujeres. Y ese, he comprendido, es el hilo conductor que nos conecta.
Habéis reflexionado en algún momento ¿Qué mujer os ha dejado huella en vuestra vida y ha generado, en cierto modo, vuestra revolución?
Este 8M el homenaje es para ellas. Una porque hace casi dos años que falleció y la otra porque aún sigo disfrutando de su compañía.
Vanessa Ojeda