Fin de curso en plena pandemia
Diferente a todo lo vivido
Acaba un curso que podríamos definir como atípico. Tras un confinamiento de más de 40 días, un verano y un total de 6 meses juntos. En plena pandemia, con mucho desconocimiento aún sobre el coronavirus, nuestros hijos volvieron al cole para enfrentarse a medidas higiénicas, para no poder jugar con los amigos, para no poder trabajar en equipo, para mantener las distancias, para no estar permitido compartir el material, para no tener ni tiempo de patio.
Esta fue la estampa inicial. En estas circunstancias, con la preocupación en el cuerpo y acatando de nuevo las restricciones, enviamos a nuestros hijos a la escuela. Afortunadamente, la realidad de estos 9 meses no ha sido tan extrema, ni tan compleja.
Algún confinamiento, sí. Algunas restricciones, también. Mascarilla a todas horas. Pero además flexibilidad, rutina, compañía, aprendizaje, contacto, emociones, juego y sociabilidad.
Así que, al final, aunque atípico, ha sido un curso que les ha proporcionado crecimiento y evolución. Muy al contrario de lo que vivieron durante el confinamiento, momento en que fueron coartadas todas sus libertades.
No quiero acabar este curso sin decir que los niños han demostrado una flexibilidad y una capacidad de adaptación insuperables. Son unos maestros de la vida.
Ellos, al contrario que los adultos, no se quejan del gobierno ni de las vacunas, ni de los bares cerrados. Ellos son ejemplo de superación y son los héroes que se han incorporado a las clases presenciales en medio de toda esta incertidumbre. Valientes.
Querría añadir unas palabras para los maestros que lo han dado todo, nadando contra corriente, improvisando a contrapié. Haciendo de las nuevas ratios, el objetivo al que aspirar. Gracias a los que ponen de su parte toda su vocación.
Disfrutad del verano, os lo merecéis, porque este curso no ha sido fácil para vosotros. A la expectativa de lo que ocurrirá el siguiente.
Vanessa Ojeda