Ya os hablé en su momento del destete y después del reenganche, pero esta vez sí, os puedo decir que se acabó.
Hace ya bastantes meses que Ernest dejó de mamar, poco tiempo después de publicar el post “¿Destete? Era broma“.
Pasaron los días y dejó de succionar. Hasta que olvidó cómo se hacía. Él sigue vinculado al pecho, se acerca a mí cuando me ve desnuda, toca el pecho, lo acaricia, lo mima, se lo mete en la boca, dice que no sale leche un segundo después de introducírselo, pone su cara sobre él, le da besos, incluso ha incitado a su hermano a que lo pruebe de nuevo, después de 3 años (él no conserva ningún recuerdo de cuando mamaba).
Así que ahora tengo otra vez a dos hijos interesados en mi pecho y en experimentar con él.
Eso sí lo tratan con delicadeza.
Y bueno, después de más de 5 años y medio, ahora sí puedo decir alto y claro que se acabó. Como ha sido un sí pero no, pues el duelo se me ha hecho más llevadero. Tampoco ha sido traumático para ninguno de los dos.
A veces pienso en las pobres mamás que quieran destetar y no pueden. En cambio a mí ya me ha llegado el momento, de forma muy progresiva y natural.
¿Lo echo de menos? Sí, no voy a negarlo. Hay momentos que no volverán y da pena, me entristece, sólo queda superarlos y seguir adelante disfrutando de otras etapas nuevas.
Hay que tener en cuenta que formo parte de un grupo de apoyo a la lactancia y continuamente hablamos, leemos, nos informamos y compartimos temas relacionados con la lactancia, además de rodearnos de madres que amamantan.
Mi lactancia personal llegó a su fin. Pero la lactancia materna seguirá formando parte de mi vida. Aunque no sé por cuánto tiempo, espero que el camino del acompañamiento sea largo.
Vanessa Ojeda
Deja una respuesta