Conéctate contigo misma
¿Has probado a escuchar lo que tu mente piensa? Eso a lo que le da vueltas constantemente, ese pensamiento que te martillea, una preocupación o un problema no resuelto.
¿Te has parado a observar tu propio lenguaje corporal? Los brazos cruzados ante una situación que te hace sentir insegura, los puños cerrados ante una escena incómoda, las piernas cruzadas en dirección a la salida.
¿Te has dado cuenta de las señales que te envía tu cuerpo? Esos dolores de espalda o de cabeza, los eccemas en la piel, las señales de cansancio, la opresión que sientes en el pecho o los latidos acelerados de tu corazón.
¿Has detectado esos sabores que te molestan o incluso repulsan, pero que no rechazas en entornos sociales por ser políticamente correcta?
¿Has notado si los ruidos que oyes te resultan molestos o, por el contrario, te agradan? ¿A veces sientes que te abruma el ruido de la ciudad, la tele demasiado alta o la música de los juguetes electrónicos?
¿Piensas en algún momento qué olores te gustan y cuáles detestas? En tu entorno, ¿procuras evitar los que detestas o ambientar tu vida con los que adoras?
¿Cómo te manejas con el contacto? ¿Te gusta sentir la piel de las personas que amas? ¿Te incomoda abrazar o dar besos a desconocidos?

¿Eres consciente de qué sientes en un momento crítico, cómo reaccionas, de dónde surge esa rabia y para qué aflora?
¿Escuchas a menudo lo que tu cuerpo y tu mente te dicen?
¿Analizas tus emociones? ¿A qué tienes miedo? ¿Qué te hace reír? ¿Indagas si eso que estás sintiendo, lo estás validando?
¿Sientes que estás conectada contigo misma?
Si lo estás, ¡enhorabuena! Seguro que te resulta más fácil conectar también con tus hijos, con tu familia, con tus amigos.
Si no estás conectada contigo misma, ¿qué te frena?
Puedes empezar hoy mismo, si quieres. Aprovecha los recursos que existen y elige el que más encaje contigo, con tu disponibilidad, con tu manera de ser. Entre otras herramientas, puedes probar a:
- Meditar,
- practicar mindfulness,
- bailar,
- cantar,
- practicar yoga,
- tumbarte en silencio,
- escuchar música que te guste,
- estar atenta a las señales,
- centrarte en ti, pasando por todos tus sentidos.
Haz aquello que te haga sentir bien. Recuerda que no, es no. Hoy hablamos de ti, pero iniciar este camino es sentirte más conectada contigo misma y, por ende, con tus hijos.
Y ahora, cuéntame: ¿te escuchas?
Vanessa Ojeda