Un adjetivo de la maternidad
Agotadora puede ser la maternidad en muchos momentos. Cuando nuestros hijos son bebés y dormimos poco. Cuando llega la etapa de los porqués y no paran de hablar. O después de dar sus primeros pasos, de pronto llegan las carreras. También cuando empiezan a ser comedores selectivos y lo que les gustaba hasta el momento ya no les apetece. No solo cuando te preguntan los mismo veinte veces, sino también en esos momentos en que la ropa que has elegido para ellos no les gusta y se niegan a vestirse hasta que consiguen ponerse la que quieren.
Y qué decir de lo que cuesta conseguir que estén listos para salir de casa, especialmente por las mañanas. O, en plena preadolescencia, cuando te echan todo en cara, te dicen que todo es un aburrimiento, se niegan a cualquier plan o te sueltan que porqué les has creado, que no quieren vivir y se cierran a cualquier intento de comunicación.
En ese punto estamos. Y lo que queda por venir. Aún vamos por la primera década. La lista puede llegar a ser muy larga, rozando el infinito.

¡Qué difícil es esto, qué duro! Cuánta falta de apoyo, de información, de inteligencia emocional. Cuántas dificultades nos encontramos a lo largo de este maravilloso camino. Porque lo sabemos. Sí, somos conscientes de que ser madre es una experiencia increíble y rompedora, a partes iguales. Sólo podemos vivirlo así si estamos conectadas con nosotras mismas y con nuestros hijos. Siendo conscientes de lo que sentimos, de lo que traemos en nuestras mochilas y de a dónde queremos llegar.
Si la experiencia no fuera así de intensa, la superpoblación sería un gran problema en este planeta. Pero qué nos importa eso, si estamos tratando de no naufragar en nuestro propio mar de lágrimas en ciertos momentos de nuestra propia maternidad. Además, el agotamiento deja a su rastro otros sentimientos: resentimiento, mal humor, enfado, culpa y una directa relación con la autoexigencia.
¿Alguien nos contó que esto sería así? Seguro que no. O tal vez sí. Sin embargo, simplemente lo ignoramos para seguir adelante con la decisión de ser madre. Nuestro cerebro está preparado para olvidar. De ello depende la supervivencia de la especie. O simplemente pensábamos “A mí no me va a pasar.”
Sea como fuere, la maternidad puede ser agotadora en muchos momentos. Para superar esos periodos:
Prioriza.
Organízate.
Pide ayuda.
Rodéate de de gente que te escuche, que te comprenda y que no te juzgue.
Descansa siempre que puedas.
No abarques más de los necesario.
Y agradécete a ti misma tu paciencia y tu resiliencia. Lo haces lo mejor que puedes, con lo que sabes en cada momento, con los recursos con los que cuentas y con la tribu que te rodea.
Vanessa Ojeda