Escuchando los avisos
Hace unas décadas, las mujeres nos incorporamos al mundo laboral remunerado de forma generalizada, añadiendo el trabajo fuera de casa, al del cuidado de los hijos y la familia, además de las tareas de la casa. Y, todo ello, aderezado con una suculenta carga mental.
Pasaron los años y jugamos a ser súper Woman, asumiendo cada vez más tareas e incrementando, por tanto, nuestro nivel de autoexigencia.

Podemos con todo… Sí, sí, con todo…
Así llegamos a obviar las señales, a desoír los avisos. Y un día tu cuerpo se manifiesta. Claramente te dice: “¿qué estás haciendo?” A lo que tú contestas: “ir a trabajar, hacer la compra, cocinar, poner lavadoras, planchar, limpiar, dedicar solo 5 minutos a esas 20 cosas que “solo te llevarán ese tiempo”, además de leer, atender y contestar a todos los mensajes, las redes y los correos, sin olvidar lo de jugar a ser emprendedora”. Todo ello mientras intentas criar a tus hijos.
No me salen las cuentas…
Cuando tu cuerpo te habla, es porque te has roto, te has desbordado, has gritado y pedido ayuda. Sin obtener respuesta. Porque los demás estaban mirando su ombligo mientras tú te seguías autoexigiendo para complacer al resto. Mientras seguías intentando mantener o ascender en tu carrera profesional, sin descuidar tu relación de pareja, siendo, como es de esperar, la madre perfecta.
Después, todo te parece injusto. Tú lo das todo y el resto no. Sientes que nadie te respeta. Porque la que no te respeta eres tú misma. Usas excusas, te manipulas, te autoconvences. ¿A quién quieres engañar?
Tú eres la única responsable de tus actos, de poner límites y de cuidar de ti misma. Hazlo por ti. Hazlo por ellos. Y especialmente hazlo por ellas. Sí, por tus hijas, si las tienes. De lo contrario seguiremos perpetuando la misma situación. La que hemos vivido como nietas, como hijas, como mujeres y que no conseguimos cambiar.
Hoy es un buen día para empezar. Pon el foco en ti. Tú eres la única persona con la que pasarás el resto de tu vida. Cuídate tú y da ejemplo para que el resto te trate como te mereces. Ámate a ti misma.
Y no olvides estar atenta a las señales que tu cuerpo te envía. Serán la clave para echar el freno de mano.
Vanessa Ojeda
[…] Si la experiencia no fuera así de intensa, la superpoblación sería un gran problema en este planeta. Pero qué nos importa eso, si estamos tratando de no naufragar en nuestro propio mar de lágrimas en ciertos momentos de nuestra propia maternidad. Además, el agotamiento deja a su rastro otros sentimientos: resentimiento, mal humor, enfado, culpa y una directa relación con la autoexigencia. […]