Mi hijo mayor sólo tenía 18 meses cuando me quedé embarazada pero a partir del tercer mes ya empezamos a hablarle de su hermano y de que estaba dentro de mi barriga. Le gustaba abrazarme la barriga. Y trabajamos este tema con él de forma constante (Llega un hermanito).
Era muy consciente de lo que iba a pasar porque intentamos anticiparle los acontecimientos.
Nació su hermano cuando él tenía 26 meses. Se mostró tímido la primera vez que lo vio pero tardó muy pocos minutos en pedir tenerlo en brazos. Con apenas 2 años y 2 meses se desató la locura. Lo quería coger en brazos a diario, darle besos, tocarlo, no quería que durmiese. Disfrutaba como un loco. Le sorprendía cada cosa nueva que hacía y pronto empezó a mostrar su lado más protector.
Cuando su hermano empezó a crecer, todo el tiempo quería abrazarlo y el peque no tardó en agobiarse y poco a poco empujaba con sus manitas para que lo dejara tranquilo. Abraham tardó mucho en aceptar, si es que ha llegado a hacerlo, que su hermano no quisiese sus abrazos (y, ¿a quién no le costaría entenderlo?). Le dijimos que hay que respetar los deseos de los otros.
Así que esa pasión inicial por su hermano fue perdiendo intensidad aunque siguen encantándole los bebés. Se fija en ellos por la calle y dice “oh, un bebé” con esa vocecilla tan dulce y mona. Y aprovecha cualquier ocasión para tocar a los bebés.
De repente empezó una etapa, que aún continua, en la que me toca la barriga y me dice que tengo un bebé en ella y que él quiere que tengamos un bebé o que le encantaba cuando su hermano estaba dentro de la barriga.
Hace mes y medio nació un “primito” y fue llegar al hospital y buscar dónde estaba el bebé que Noemi ya no tenía en la barriga. Le dijimos que estaba en la cuna y empezó a tocarlo y a decirme que lo quería coger. Insistió hasta que finalmente lo consiguió. Estaba tan feliz…
La siguiente vez que lo vimos hizo exactamente lo mismo.
Es que le encantan los bebés.
Hace poco coincidía con un bebé de 9 o 10 meses en la escuela de verano y me contaba emocionado cómo el bebé señalaba y decía: “ah, ah”. Es del niño que más me habla, como si fuera el que más llama su atención.
Abraham le dijo a su padre hace unos días que de mayor quería trabajar con bebés y estuvieron hablando un rato sobre en qué tipo de cosas podía trabajar para estar con bebés.
¿Será una locura transitoria?
Lo sea o no es maravilloso ver la ternura con la que interactúa con los chiquitines.
Vanessa Ojeda