¿Elegimos a nuestros padres?

Un día, hace unos meses, cuando mi hijo pequeño aún tenía 7 años, me dijo que me había elegido como madre porque le quería y le cuidaba.
Fue un regalo maravilloso escuchar de su boca esas palabras de amor incondicional.
En algún momento de mi vida aprendí que nosotros elegimos a nuestros padres. Seguramente ya había hablado de ello con mis hijos y de ahí que surgiera ese comentario.
¿Por qué elegimos a nuestros padres?
No tengo ni la más remota idea, pero prefiero pensar que algún aprendizaje nos proporcionará esa elección.
Durante mucho tiempo, me pregunté por qué había elegido a los míos. Por qué habíamos tenido la vida que habíamos vivido. Y en mi mente, esa pregunta, rondaba en bucle. En algún momento de mi juventud y con ayuda de terapia, acepté que esos eran mis padres y que me querían, aunque esa no fuese la manera en que yo necesitaba ser querida, aceptada o mirada.
En plena vorágine de la maternidad, entendí que esa niña interior seguía herida, dolida y en algunos momentos incluso necesitaba culpar a sus padres de todo lo sucedido. Sin embargo, una persona, con la que hice un proceso de crecimiento hace dos años, me dijo que me reconciliase con mi niña interior, la abrazase y asumiese que soy una adulta que toma sus propias decisiones.
Eso cambió mucho mi perspectiva. Algo hizo clic en mi cabeza. Unido all empujón de las circunstancias vividas durante la pandemia, pude iniciar un camino de aceptación de mis propios padres, que me llevó al acercamiento y la conexión con ellos. No es que se resolviese todo, de repente. Pero dentro de mí, pude apartar el resentimiento para dar paso a una nueva oportunidad de relacionarnos de otra forma. No es así el 100% de las veces, pero es mucho más de lo que antes podía conseguir.
Al fin y al cabo, esa fue mi elección ¿o no?
Vanessa Ojeda