¡Qué difícil es abandonar el control!
Ser capaces de confiar
Abandonar el control no resulta fácil. Eso lo saben muy bien las personas que conocen la disciplina positiva y se reconocen como águilas en la dinámica de la carta alta. Desde lo más alto, vigilan, sobrevuelan, observan y controlan todo lo que pasa aquí, en la tierra.
Creemos que hay que controlar a los hijos para llevarlos por el buen camino, para que no se malcríen, para que no se conviertan en tiranos. Debemos decirles lo que tienen que hacer, cómo lo tienen que hacer, decidir qué tienen que ponerse, qué tienen que comer, a qué tienen que jugar, cómo tienen que dibujar, etcétera.
Nos resulta muy difícil confiar en ellos, en su capacidad de acción y de decisión. Nos sentimos amenazados ante la posibilidad de no tener la situación bajo control. Sentimos miedo ante lo desconocido. Y ese miedo nos angustia, nos hace sentir inestables, nos obliga a salir de nuestra zona de confort, modifica nuestros patrones, desestabiliza nuestros principios o referentes.
Por eso, preferimos actuar de forma controladora, pensando que eso nos hace sentir más seguros.
Sin embargo, si controlamos a nuestros hijos les desconectamos de su capacidad de tomar decisiones, de pensar, de reflexionar, de sopesar.
¿Cuáles pueden ser las consecuencias en el comportamiento de nuestros hijos?
- Pasividad.
- Indefensión aprendida. Que se puede manifestar como cobardía, retraimiento, sumisión, obediencia ciega. También como culpa, baja autoestima o dependencia a la aprobación externa.
- Obstaculización de la capacidad de autorregulación: de identificar las propias necesidades.
- Injusticia, rabia, ira, vergüenza, miedo.
- Distanciamiento.
- Desmotivación. Locus de control externo.
- Desconfianza. Fomenta la mentira y el engaño.
- Irresponsabilidad.
- Dependencia al control de otras personas. Pérdida de la capacidad de pensar por sí mismos.
- Baja autoestima.
Si nos atrevemos a confiar en que los niños son quiénes son, actúan de acuerdo a su edad y reciben amor, apoyo o ayuda y que así adquirirán competencias para la vida, seremos lo suficientemente valientes como para dejar de controlarlos.
Vanessa Ojeda
[…] Todo esto sirva para contaros que cuando pensaba en mis hijos, el cole, los deberes, etc., me imaginaba a mí misma presionando a los niños para que estudiasen, para que sobresaliesen, reforzando aquello que no se les diese tan bien. Sin embargo, tuve la oportunidad de aprender sobre crianza respetuosa, aprender a no rescatar, a dejar que ellos se hagan responsables de sus actos y así fue como poco a poco fue creciendo en mí la necesidad de abandonar el control. […]