Un mantra para la crianza
La maternidad es intensa desde el minuto cero. Aunque esa intensidad varía en función de múltiples factores: el entorno, el sostén, la tribu, las circunstancias y sobre todo la etapa en la que están nuestros hijos.
La fase más intensa, en la que se forjan los cimientos de la personalidad de nuestros hijos, es la de 0-6 años y dentro de ésta especialmente de 0 a 3 años, por ser la de menos autonomía y mayor dependencia de los niños.
En ese periodo descansamos poco, dormimos mal, se ponen y nos ponemos enfermos a menudo, quizás hemos recuperado la actividad profesional, las tareas de la casa se acumulan. Lógicamente disponemos de escaso tiempo libre y sacar un hueco para nosotras puede convertirse en una odisea.
Sin embargo, os adelanto que todo pasa. Sí, de verdad. Volveréis a dormir del tirón, 8 horas o más, podréis volver a practicar deporte, daros un baño relajante, ir de compras, hacer un viaje, ir a cenar con vuestra pareja, trabajar, leer, tomar café con vuestras amigas y volver a poner el foco en vosotras de nuevo. Todo llega. Eso sí, no será de la misma manera que antes de ser madre. Porque ser madre significa compartir una parte importante de nuestras vidas con nuestros hijos.
A medida que crecen, ganan autonomía, se entretienen más tiempo solos, van al colegio, hacen alguna actividad que les gusta, se quedan a cargo de otros familiares, o van a casa de sus amigos, incluso se recluyen cuando llega la adolescencia. Los días parecen largos. Sin embargo, los años se prevén cortos. Y aunque parece que esa etapa tan dura nunca acaba, día a día, poco a poco, va muriendo para dar paso a otra nueva.
Así pues, si estás en un momento que sigue siendo de alta demanda por parte de tu hija o hijo y, de vez en cuando, sientes que esto no acaba nunca, recuerda que todo llega y todo pasa. Y, además, no estás sola. Grábatelo como un mantra de la crianza, si lo necesitas.
Vanessa Ojeda
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