¿Qué nos impide cambiar?
Lo que nos ata
Me encanta ir a la peluquería, porque allí se generan maravillosas conversaciones sobre la vida. Siempre aprendemos algo. Hace 20 años que voy y, entre otras cosas, es por su filosofía, su amabilidad y su inteligencia.
Hace unas semanas que fui y, como otras tantas veces, de alguna forma surgió hablar sobre lo que la pandemia nos ha enseñado.
Busi, mi peluquero, me hablaba de lo insignificantes que somos. Además, de cuán frágil es la vida y de cómo la gente piensa o no piensa en qué es lo que verdaderamente importa. También de cómo pasamos por diferentes fases hasta adaptarnos a los cambios, como os conté en un post anterior. De esta forma, acabamos hablando de por qué algunas personas se resisten al cambio y se quedan estancadas en las fases de negación, ira o tristeza.
¿Qué nos impide cambiar?
Principalmente lo que nos impide cambiar es la creencia de que lo que hacemos es lo correcto. Y pensamos que así es, porque es lo que hemos hecho siempre. Probablemente lo hemos hecho así porque de esa manera nos lo enseñaron.
Entonces creemos que lo que aprendimos es lo correcto. Ni siquiera nos hemos cuestionado si lo es o no lo es. Asumimos que es lo que conocemos, lo que sabemos hacer.
Enfrentarse a algo nuevo, a lo desconocido, nos da miedo. Pero también nos da pereza. Porque implica que nuestro cerebro trabaje, practique, se moldee y cambie.
Significa romper con nuestras creencias más profundas, con nuestra necesidad de pertenencia al grupo, significa alzar la voz, admitir que hemos cambiado de opinión, enfrentarnos a nuevos retos, aceptarnos a nosotros mismos y a los demás. Y, por ende, sentirnos libres. Volar en solitario o nadar a contracorriente puede asustar sobremanera.
Pero, en realidad, el cambio es evolución, es supervivencia, es adaptación, es recorrer el camino de la vida.
Pregúntate qué te hace resistirte al cambio. ¿Qué te da pereza? ¿A qué tienes miedo? ¿Qué te impide cambiar?
Vanessa Ojeda