¿Cuánto cuesta criar?
Hace un tiempo, surgió un interesante debate entre madres sobre todo lo que supone a nivel económico la crianza. Nació así la necesidad de escribir sobre ello. Fue una de esas cosas que me hacen cavilar.
Partiendo de la base que cada familia organiza sus finanzas de distinta manera: unos tienen cuentas separadas, otros tienen una cuenta conjunta para gastos conjuntos y otra cuenta separada para gastos personales, algunos tienen una sola cuenta compartida por la que pasa todo; esa forma influye directamente en cómo se gasta y cómo se ahorra y eso puede condicionar la posición económica de uno o ambos, según la organización elegida.
Esto nos hace reflexionar sobre si una madre interrumpe su trabajo al dar a luz, solicita la lactancia, reducciones de jornada, excedencias o incluso renuncia a su puesto de trabajo para cuidar a su/s hijo/s, deja de percibir unos ingresos económicos para dedicarse al cuidado, crianza y educación de sus hijos. Sin embargo, ese tiempo, ese esfuerzo, ese trabajo, no tiene una remuneración económica. No obstante, sí tiene un valor económico.
Si ambos miembros de la pareja habían decidido compartir sus cuentas, probablemente, el perjuicio no sea tan grave como si decidieron tener cuentas separadas. En cuyo caso, el otro miembro de la pareja, sigue teniendo ingresos. En el mejor de los casos, incrementando el saldo de su cuenta, generando ahorros, potenciando un estatus y una seguridad, en detrimento de la de la mujer, que se encuentra cada vez más empobrecida, desprotegida, atada y dependiente de su pareja.
Si la relación es estable y superan los baches que van surgiendo a lo largo del camino, vale. Pero, ¿qué ocurre si se sume en una crisis insalvable y deciden separarse? Pues, es altamente probable, que la mujer tenga pocas opciones de sobrevivir por sí misma, a no ser que tuviera un colchón de seguridad.
Al final, nos encontramos con una realidad: la crianza tiene un valor económico, a menudo incalculable, que según cómo sea la organización financiera de la familia, obliga a las mujeres a tener que elegir entre criar o trabajar, entre quedarse o irse, entre la estabilidad y la libertad, entre la seguridad económica y el empobrecimiento.
En definitiva, aleja a la mujer de emprendimientos, carreras profesionales, de riesgos. La deja en una posición desfavorecida, muy lejos de la libertad financiera. Y ese es el alto coste económico de la crianza.
Vanessa Ojeda