Llega a su fin una semana que destaca en el calendario comercial principalmente por la celebración de San Valentín. Una festividad que se dice fue introducida en nuestro país por unos Grandes Almacenes. A pesar de contar con muchos detractores, esta celebración del amor también cuenta con numerosos adeptos.
Y entiendo que suene mal que tengas que conmemorar el amor con tu pareja, cuando supuestamente os amáis todos los días, pero tampoco me parece mal que exista una excusa para hacer algo especial o diferente. A veces, tener un detalle, salir a cenar o reflexionar sobre el poco tiempo que podemos dedicarnos el uno al otro puede servir para encender de nuevo la llama.
En defensa de su celebración diré que el día de la madre también es una festividad sumamente influenciada por el consumismo y no aprecio movimientos en contra de las madres que lo festejan. Quizás será porque esta figura ya estuvo lo suficientemente oprimida en el pasado. Y mejor no generar más polémica con el colectivo que mantiene unidas las familias. Y no creo tampoco que haya ni una madre que deteste que su hijo llegue un día del colegio con un detalle hecho a mano que ponga “Te quiero mamá” o que su hijo se presente con unas flores.
Mi marido y yo a veces hacemos algo en estas fechas y otras veces no. Depende de la situación y las posibilidades. Eso sí, yo no puedo obviar que ha sido una fecha especial en nuestras vidas; hace 3 años por San Valentín, me quedé embarazada de Ernest. Señal que ese año lo festejamos… ji, ji,…
Al margen del bombardeo publicitario en torno al 14 de febrero existen otras iniciativas que me gustan y solo se llevan a cabo en esta época del año: programas radiofónicos especiales de música romántica, películas de historias de amor, encuentros de literatura romántica, concursos de cartas de amor,…
Al fin y al cabo es el amor lo que nos mueve en la vida, nuestro motor. Ya sea el amor hacia nuestra pareja, nuestros hijos o nuestra familia.
Así que al final lo único que importa es que la gente sea feliz, ya sea celebrándolo o ignorándolo.
Vanessa Ojeda
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