Se cumple un año del inicio de la pandemia y no puedo evitar hacer balance. Reconozco que las fechas son algo muy importante en mi vida. Lo pueden corroborar mis amigas, que saben que no me olvido de sus cumpleaños, incluso en algunos casos, recuerdo también los de sus hijos. Creo que es una característica heredada de mi madre.
A lo que íbamos, hace un año se produjo un hito histórico en nuestras vidas y es que se declaró el estado de alarma en nuestro país y estuvimos confinados 40 días por un nuevo virus que empezó a causar la muerte de personas sin saber muy bien cómo ni porqué. 12 meses más tarde reconozco que hemos vivido muchas cosas. Ha sido un año largo en el que la vida me ha cambiado a muchos niveles.
Hoy he repasado con mis hijos algunas de las cosas que hemos vivido en este tiempo y que, en algunos casos, nos parecen muy lejanas. Algunas de las cosas que hicimos durante el confinamiento, la cantidad de dientes que se les han caído, los juegos a los que hemos jugado, las muchas pelis que hemos visto, las cosas nuevas que hemos aprendido, los parques cerrados, las playas desérticas, las mascarillas, el teletrabajo, el cole en casa, el trinar de los pájaros, el silencio de las calles, los saludos de los vecinos, la lectura, los dibujos, las horas en la cocina, la papiroflexia, el gallinero, el aprender a montar en bicicleta, los nuevos amigos, la vuelta al cole, las despedidas.
Me han dicho que lo que más les ha gustado es pasar más tiempo en el pueblo. A mi marido no se lo he preguntado, pero no dudaría en decir que respondería lo mismo.
Sin embargo, para mí ha sido un año marcado por la formación, el crecimiento personal y la evolución de Mamá se escribe con amor, que ha crecido a pequeños pasos, convirtiéndose en un proyecto algo más tangible.
Además, paso mucho más tiempo con mi familia, dedico más tiempo a leer y disfruto mucho de lo que hago. Me reconozco como más positiva y resiliente y me sorprendo asumiendo más retos.
También, el cambio de vida, me ha supuesto mucha más actividad física. Pues no es lo mismo estar diariamente 5 horas sentada en una oficina, que estar haciendo cosas sin parar. Últimamente noto cansancio. La primavera, la acumulación de tiempo, el aniversario de la pandemia, el ritmo de vida. Llamemóslo como queramos, pero empiezo a notar el agotamiento. Siento que necesito algo así como unas vacaciones. Salir de esta rutina llena de restricciones. Un cambio de aires, un tiempo de no hacer nada. Parar y descansar durante unos días. Recargar pilas. Creo que es lo que echo en falta en este momento.
Aun así, no puedo estar más feliz del regalo que hasta el momento, ha supuesto este gran cambio en nuestras vidas. Porque nuestra familia y nosotros estamos bien. Tal vez la vida nos depare oscuras sorpresas más adelante. Mientras tanto, vivamos este dulce momento, aquí y ahora, como si no hubiera un mañana. 1 año después.
Vanessa Ojeda
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