La operación retirada de pañal de mi hijo mayor fue programada. Pocos días antes de cumplir los 2 años, estando yo embarazada, íbamos a disfrutar de nuestras vacaciones de verano, las últimas que íbamos a tener con él en exclusividad. Ante el temor de un posible retroceso al nacer su hermano, decidimos esperar para quitar el paquete a que naciera el bebé ya que Abraham tampoco mostró ningún interés en dejar de llevarlo.
La siguiente oportunidad que teníamos eran las vacaciones de Navidad. Ernest ya tendría dos meses y era un periodo lo suficientemente largo como para intentarlo en casa. Así que el día de Nochebuena, cuando Abraham ya tenía 28 meses, le dejamos de poner paquete. Varios meses antes ya teníamos un orinal en casa (con el que jugaba a meter pelotas), habíamos ido a comprar con él calzoncillos y había entregado sus pañales a Papá Noel en la escoleta, mientras otros niños hacían lo propio con su chupete.
Los primeros días lógicamente se hizo muchos pipís encima, tuvo la típica fase de negación para ir al orinar y al ser invierno hubo que lavar mucha ropa. Hubo incluso un momento en el que perdí un poco la paciencia ya que me quedaba sin ropa de recambio y la lavada no se secaba. Teníamos como 20 calzoncillos para poder manejar: reposiciones, mudas en varios sitios (escoleta, coche, carrito). Pero duró poco la transición. Al tercer día ya aguantó varias horas en una comida familiar (aunque al final acabó mojándose ante su negativa de hacer pipí en un baño desconocido). Y en todo el tiempo que duró la retirada del pañal nunca se le escapó una caca. También pasó por la fase de aguantar ante los desconocidos o en lugares públicos pero hacérselo en casa mientras jugaba con tal de parar para ir al baño.
Le costó 3 meses empezar a decir que tenía pipí o caca, con lo cual éramos nosotros que teníamos que insistir en que hiciera pipí y cuando iba aprovechaba para hacer caca.
Durante las siestas siguió mojando el pañal durante bastante tiempo. Incluso a día de hoy si no ha hecho antes de dormirse a veces se le escapa.
Por las noches aún lleva pañal. Ahora tiene 4 años. Y vemos que seguirá así un tiempo pues no reduce la cantidad. No es un tema que nos preocupe pues aún es pronto y cuenta con antecedentes nuestros: nosotros éramos bien mayores cuando dejamos de hacernos pipí por las noches.
No fue difícil la retirada del pañal pero tampoco fue perfecto desde el primer día. Simplemente necesitó su tiempo para adaptarse a la nueva situación.
Con Ernest todo ha sido muy distinto. Claramente el segundo hijo aprende más rápido y todo va más rodado por su experiencia y por la nuestra. Él, con 18 meses, ya empezó a usar las palabras pipí y caca. También empezó a jugar con el orinal. Incluso cuando empezaba a hacer caca, decía “tata” y cuando hacía pipí, a veces decía “pipí”; a veces también se quitaba el pañal. Así que nos planteamos intentar la retirada del pañal y aunque no estábamos seguros de como iría pensamos que era verano y teníamos por delante 18 días de vacaciones juntos. Si había un momento óptimo para intentarlo, era ese. Al principio de las vacaciones tuvo varios días de fiebre, así que lo descartamos; pero el 5 de agosto (Ernest tenía 21 meses) empezamos la operación.
Los primeros días se le escapaba el pipí, incluso alguna caca. Tuvo la inconfundible fase de negación de hacer pipí en el orinal, pero nombraba el pipí y se le escapaba un poco y a veces lo acababa en el orinal. Aún así tuve algunas dudas. Pero hubo un par de cosas que me animaron a seguir: 1) no se hacía pipí durante la siesta; 2) al tercer día se quedó un rato en casa de mi madre y no se le escapó ni una gota; y 3) aguantaba bastante tiempo sin hacer pipí.
A los 4 días ya iba él solo al orinar, se sentaba y hacía pipí o caca. Tenía mucha curiosidad por mirarlo y se levantaba rápidamente para admirar su obra. En poco tiempo controló la situación y en breve entramos en la fase de no querer ir al baño si es si está jugando, comiendo, mirando un cuento, etcétera.
Hace un mes y medio que se lo quitamos y se nota que él está contento y le gusta ir al orinal. Fuera de casa habitualmente no se moja nunca pero en casa hay momentos en los que él sólo dice pipí o caca y va al orinar y otros en los que se lo hace por no dejar de hacer algo en ese momento.
Estamos contentos con este paso madurativo porque se ha producido de una forma bastante natural y respetada. Lo hemos hecho cuando parecía estar pidiéndolo. En cambio con Abraham fue algo más programado y no tengo claro aun si él quería dar el paso o no. Aún así fue bien y con Ernest aún nos queda largo camino por recorrer pero parece que no ha sido difícil.
Algunas ideas que nos han servido de ayuda
- Poner orinal en casa meses antes de retirar el pañal para que “se familiaricen”
- Ir con ellos a comprar calzoncillos, que elijan algunos que les gusten.
- Hacer algo simbólico con los pañales (dárselos a Papá Noel, Reyes Magos, ponerlos junto al pijama solo para dormir,…)
- Llevar siempre una botella pequeña de agua vacía. Al ser niños, podemos pararnos en cualquier parte para hacer pipí sin mancharnos ni derramar ni una gota, y tampoco es necesario correr a un baño que puede quedar muy lejos para un niño que aun está en fase de prácticas en lo que a control de esfínteres se refiere.
- Llevar toallitas, dos mudas completas y una bolsa vacía por si hay que poner ropa mojada.
- A veces escondíamos alguna cosa que les gusta mucho detrás o debajo del orinal para animarlos a ir allí a hacer pipí.
- También tirábamos juntos el pipí y/o la caca al váter y nos despedíamos. “Adiós pipí” “Adiós caca” y ellos estiraban de la cadena.
- Armarse de paciencia. Es un proceso que puede ser rápido o puede llevar su tiempo. A veces resulta fácil desanimarse o perder la paciencia cuando hemos limpiado 5 pipís cambiado toda la ropa 5 veces y lavado todo en un mismo día. Es importante mantener la calma y reforzar positivamente la conducta animándolo a seguir madurando.
Vanessa Ojeda
Deja una respuesta