Qué hacer para no dar la batalla por perdida
Hay días en los que la presión me puede. Que nadar contracorriente se me hace cuesta arriba. Días en los que tener que hacerme oír, hacerme respetar o hacerme ver me desespera. Hay días en los que flaqueo y siento que estoy harta. Que no puedo más.
Noto que me cuesta pedir, que me cuesta poner límites y cuando por fin lo hago, es como si nada. Todo sigue igual. Sigo sin ser respetada. Sin ser escuchada. Y entonces me dan ganas de tirar la toalla.
Me reconozco como una mujer luchadora. Si tomo una decisión, puedo mantenerla en el tiempo y luchar por ese ideal con toda mi fuerza. Pero a veces, me siento tan incomprendida, tan ignorada, tan poco escuchada que me vengo abajo. Observo cómo la gente da consejos gratuitos de lo que le importa o le conviene, no de lo que yo necesito.
Noto cómo mis súplicas no son escuchadas. Cómo mis batallas son libradas en solitario.
Me veo a mí misma con tantos frentes abiertos que, llegado a ese punto, siento cómo las fuerzas flaquean en algún momento y pienso: “Yo no puedo combatir todo a la vez”.
Entonces entiendo que la lucha es dura, que mi voz es una entre millones, que estamos en una cultura capitalista, que mueve mucho dinero y que yo soy una simple estrella en todo el universo. Que no conseguiré que nadie cambie. Porque el cambio empieza en uno mismo.
Y así llego a la conclusión que la única batalla que tengo que librar está en mi casa, con mis hijos, a los que puedo trasmitir mis valores, pero no pretender que los compartan. Entonces no quedará otra que negociar con ellos, mientras vivan conmigo. Llegando a acuerdos que sean beneficiosos para ambas partes y poniendo límites, a veces más estrictos de lo que me gustaría. Porque dentro de casa, es el único sitio donde puedo ponerlos. Cuando están fuera de casa: colegio, familiares, amigos, etc. y no estoy presente, no puedo moderar lo que les dicen, les dan o les hacen.
Por tanto, antes de tirar la toalla, criemos a nuestros hijos para que ellos mismos sepan poner los límites cuando nosotros no estemos. Y si nuestros hijos no son capaces, habrá que seguir trabajando ese tema. Será que en algo estamos fallando.
Puede parecer fácil, pero no lo es.
¿Tú también te has sentido con ganas de tirar la toalla en algún momento?
Vanessa Ojeda
[…] semana pasada os hablaba de lo duro que es nadar contracorriente. Y esta semana quiero hablar del vacío del sistema. Sí, del SISTEMA (en mayúsculas). De ese […]