Hace unos meses, uno de los mejores amigos de mi marido fue padre por primera vez. Hace muchísimo tiempo que no nos vemos, entre otras cosas, porque él vive en otra ciudad. Cuando le di la enhorabuena por su paternidad pensé qué podía decirle yo, con varios años de experiencia como madre, a alguien que acaba de ser padre o madre.
Pues en ese momento, le dije que disfrutase cada momento porque el tiempo pasa mientras aprendes a ser madre o padre.
Después estuve dándole vueltas al tema, buscando una frase en la que condensar el mejor regalo, en forma de palabras, que podría ofrecer yo a alguien que acaba de embarcarse en la aventura de ser madre o padre. Ahora, que hace más de 8 años que soy madre, creo que diría: “la maternidad y paternidad remueve”. “Y mucho” podría añadir.
Para mí sería una manera de hacer reflexionar sobre que nada del mundo que conoces ahora volverá a ser lo mismo. Los hijos transforman, te hacen cambiar, crecer, mejorar, sacar lo bueno y lo malo, reír, responsabilizarte, flexibilizar, adaptarte, crear, compartir, cuidar, luchar y seguir adelante, pase lo que pase, …
Y, sin duda, una de las cosas que produce la mater/paternidad, como decía anteriormente, es que remueve mucho. Te retrotrae constantemente a tu infancia. A ese momento de tu vida, probablemente el más intenso, donde se forjan los grandes pilares de la vida adulta. Abre cajas de Pandora, abre puertas que parecían cerradas y te pone a prueba todos los días
Los métodos de nuestros padres, heredados de los abuelos, se han quedado obsoletos. Pero los hemos interiorizado de tal forma que a menudo nos salen de manera automática, porque son los que hemos aprendido y nos resultan conocidos, además conocemos cuáles son las consecuencias de usarlos. Y esos pensamientos están en nuestras mochilas, junto con muchas de las experiencias de vida. Probablemente nos da miedo usar otros métodos. ¿Quién no tiene miedo a lo desconocido?
Es probable que, para poder criar de manera respetuosa, sea necesario ser conscientes de qué llevamos en nuestra mochila y desechar todo lo que no queremos usar, para volver a llenarla de recursos acordes a la forma que hemos escogido para criar a nuestros hijos.
A veces no podemos hacerlo solos y necesitamos ayuda externa.
Mi conclusión: Haz todo este recorrido antes de que nazca el niño, si es posible. Ármate de paciencia; el amor llegará solo.
Vanessa Ojeda