Y estar en la plenitud de la vida
He completado mi cuadragésimo cuarta vuelta al sol. Y sigo aquí. Estoy viva.
Celebro cumplir 44 con la misma ilusión que cumplir 14 o 24.
Creo que la vivencia de los cumpleaños en tu familia influye mucho en cómo percibimos ese día del año.
Yo tengo la suerte de tener una madre que siempre hace de este día una fecha especial. Me ilusiona recibir su sorpresa. Saber que ha preparado algo con amor, con intención, dedicando un tiempo a tenerlo listo. Pensando en mí. También cuando mi marido me sorprende con algo que no esperaba o mis hijos me preparan algo improvisado. Y qué decir de las amigas, que me regalan monerías que me encantan.
La vida que llevamos es tan estresante que a menudo nos falta tiempo para preparar algo especial para las personas queridas.
Nosotros, en los cumpleaños de nuestros hijos, solemos hacer algo especial los cuatro juntos, aunque a veces me gustaría poder preparar ese detalle (que no tiene por qué ser material) pensado, que le sorprenda.
Hoy en día tienen tantas cosas que también cuesta dar con algo distinto. O si lo hago, no siempre lo valoran.
Significa mucho para mí un ritual de cumpleaños. Sentirnos especiales por un día. Por eso, el día de mi cumpleaños me siento alegre. Me encanta recibir mensajes de felicitación, llamadas a primera hora, algún dibujo de vez en cuando, besos y abrazos matutinos y algún regalito.
Cuando se acerca la fecha no puedo evitar reflexionar sobre el momento vital en el que me encuentro y un año más no puedo dejar de estar más agradecida. Los 40 llegaron en un momento de incertidumbre y desde entonces no puedo estar más feliz por todo lo que tengo, por todo lo que soy, por todo lo que me llena cada día, por las personas que caminan a mi lado y por la salud que en este momento disfruto.
Y así, sin más, doy la bienvenida a los 44 sumando un poquito más de experiencia y una pizca de sabiduría.
Vanessa Ojeda