Me gustan los sábados que hacemos cine-cena.
Cuando los niños eran más pequeños, algún día, como algo excepcional o diferente, organizábamos un cine-cena.
En estos meses, que anochece pronto, lo estamos poniendo en práctica la mayoría de sábados. Solemos aprovechar el día para pasear, jugar, hacer una torrada, ir en bici, … Tanto por la mañana, como después de comer.
Al ponerse el sol, nos duchamos y ponemos una peli para ver en familia. Hacemos un intermedio para cenar y luego la acabamos.
Después de la peli, rutina de dientes y pipí y ¡a dormir!
Me gusta que se esté instaurando como tradición porque es un rato de calma que pasamos juntos, nos ponemos de acuerdo en la película y después nos da para hablar de si nos ha gustado o no, qué hemos entendido, etcétera.
Habitualmente cuando ellos miran una peli, el fin de semana, yo suelo aprovechar para preparar el post de la semana. Por eso este ritual me está gustando tanto. Porque estamos presentes, todos juntos, disponibles para participar de ello y conectados para después comentar las mejores “jugadas”.
En casa intentamos evitar el uso de pantallas por costumbre. Pero lo del cine-cena lo encuentro una alternativa al “aparcado y silenciado” de niños. Aunque últimamente las películas que escogen no me apetecen nada o nos ponemos a preparar cenas porque estamos todo el día liados, el ritual en sí nos ayuda en muchos aspectos.
¿Alguien más por aquí que haga cine-cena?
Vanessa Ojeda