Hace ya tiempo que escribí “El colecho llega a su fin” y en ese post os contaba que sentía pena porque se hubiera acabado.
Pues ahora no sabría deciros cuánto tiempo duró, pero no mucho. Al cabo de un tiempo Ernest empezó a despertarse en medio de la noche. Desde entonces, cuando se despierta, viene caminando hasta nuestra habitación. Se acerca a mí y muy flojito me dice al oído “Mamá, quiero dormir en vuestra cama”. Abro las sábanas y sube a nuestra cama. Le hago sitio entre los dos y allí se queda hasta que se despierta a la mañana siguiente.
Durante un tiempo esto supuso un problema porque se movía mucho y nos pegaba patadas y tortas. A mí lo que me resultaba incómodo era dormir en poco espacio y sin poder moverme. A veces me contracturo por la postura.
A menudo también quiere agua o ir a hacer pipí y, durante un tiempo, según la hora a la que lo pidiese me costaba mucho volverme a dormir e incluso me desvelaba.
Pero al que le molestaba bastante más era al papá. Se suele llevar más golpes o será que yo ya casi no me entero.
Yo le decía que nos cambiásemos de cama uno de los dos. Pero él sigue, erre que erre, que no.
Ha pasado el tiempo y la cosa se ha ido normalizando un poco. Ernest algún día no se despierta por la noche (un par de veces al año ;), y parece que no se mueve tanto (o solo a mí me lo parece).
Algunas noches dormimos todos juntos. A veces él se va a los pies de la cama y así no nos molestamos tanto. Y a menudo, especialmente en verano, cuando él viene a la cama y me pide algo que me hace levantarme, soy yo la que me voy a dormir a su cama y se quedan ellos dos durmiendo ricamente y yo también, con una cama para mí sola. Otras veces se va el papá. A veces lo devolvemos a su cama y luego viene de nuevo.
Al final se trata de descansar, sea como sea. Y así hemos llegado a prolongar el colecho (“que jamás haríamos” y que hasta me llegó a dar vergüenza admitir que lo hacíamos al principio) más allá de los 5 años.
Para Ernest es tan importante dormir acompañado que incluso cuando va a casa de los abuelos se despierta en medio de la noche y se va a dormir con ellos.
Está claro que necesita un tiempo aún. Así que seguiremos colechando hasta que él decida abandonar el nido (a no ser que su padre me pida el divorcio antes).
Vanessa Ojeda