La ira en nuestras vidas
Ha llovido desde entonces, pero “Yo controlo la rabia” fue lo que me dijo mi hijo de 6 años el día de Navidad, mientras preparábamos juntos sopa rellena.
¿Cómo surgió la conversación? No lo recuerdo, pero sé que habían sido días muy intensos en los que estábamos cocinando mucho, preparando las cosas que íbamos a necesitar, limpiando, etc. porque venía nuestra familia a cenar y al día siguiente a comer.
Los niños estaban teniendo mucha paciencia, sin embargo, nosotros estábamos tan atareados que no podíamos pasar tiempo con ellos. Así que, en algunos momentos, afloraban las emociones, algunas necesidades no satisfechas, el aburrimiento o el cansancio.
Y, en un momento dado, mi hijo pequeño me dijo: “Yo controlo la rabia. Estoy tranquilo”. Entonces, yo le contesté que él había venido a nuestras vidas a traernos la calma. Y es que así lo creo firmemente. Este hijo nos va guiando en el camino de la vida con su temple, su paciencia, su calma y su control.
En el fondo yo soy así, calmada, tranquila, especialmente de puertas hacia fuera. Pero, a veces en casa, me desbordo y pierdo el autocontrol. En muchos de esos momentos, él viene y me dice que me tranquilice, o se sienta, en plan Yogui, y murmura “Oooommmm”. Y otras, me hace un dibujo. La mayoría de veces, me pregunta, al cabo de un rato, si ya estoy tranquila y a menudo me da un abrazo.
Me impacta ver cómo mi hijo pequeño nos devuelve la conexión a la tierra, la calma, la serenidad y el afecto que tanto necesitamos en esos instantes.
Sí, controla su rabia. No sé cómo ni porqué. Aunque casi siempre pienso que es por el contacto que tuvimos desde su nacimiento. Lo atribuyo a que con él hemos hecho mucho porteo y colecho (que aun algunos días sigue activo). Creo que ha creado un vínculo y una unión que nos mantiene muy conectados.
Pienso que ha llegado a nuestra familia para devolver el punto de cordura, para mantener el equilibrio, para promover la calma, también para fomentar el autocontrol.
Su modelo me guía en el camino. Y doy gracias que así sea. Porque me sirve de reflejo para recordar que yo, también controlo la rabia.
Vanessa Ojeda