Hace unas semanas mi marido me habló de un artículo que había leído y le había afectado mucho sobre una madre y su hijo de 4 años, que murió de cáncer tras una larga lucha, y lo hizo en sus brazos. Podéis leerlo siguiendo este enlace: La última conversación de una madre y su hijo. Yo, que soy muy sensible a este tema, quise leerlo principalmente para que me hiciera reflexionar sobre lo mucho que me quejo a diario. De todo en general y de los problemas del día a día en particular. No puedo evitarlo, lo he intentado, de verdad que sí. Pero me dura poco. Está dentro de mí, es innato, un enfoque de la vida. Y necesito recordarme a mí misma que tengo mucha suerte de tener todo lo que tengo.
¿Tengo motivos para quejarme tanto? Mis hijos están sanos, hasta el momento. Tengo un hijo de 4 años y no está enfermo de cáncer.
Mi hijo está afectado de niñez. Corre, salta en los charcos, pinta, molesta a su hermano, le da abrazos y besos, habla, grita y llora. Come y dice que lo que le hacemos no le gusta. Canta, pega cosas por las puertas y las paredes, cuelga dibujos en la nevera, no quiere comer verdura, pone a prueba nuestros límites, día sí, día también.
No le deja los juguetes a su hermano y le arranca de las manos los que coge. Le protege, le ayuda siempre que puede. Le cuesta recoger y desconecta los oídos cada vez que le pedimos algo que no le apetece.
Se ensucia, se tira por el suelo. Me da flores recogidas del campo. Me abraza muy fuerte y me da muchos besos. Y se agarra mi pierna cuando algo le da miedo.
¿Cuántas de estas cosas son diferentes al resto de niños? ¿Ninguna? Pero yo me quejo porque estoy cansada, porque educar es duro, porque a veces me supera, porque me siento desbordada, porque hay días que estoy de mal humor. Pero él no está enfermo ni ha muerto, como Nolan. Está aquí, en la habitación de al lado, jugando. Y doy gracias por tenerle y poder abrazarle y darle besos. Y poder aprender a respetarle y aceptar su forma de ser.
Mi otro hijo, de 2 años, está aquí, a mi lado, durmiendo, ajeno a todo este vendaval de sentimientos. Pronto empezará a ponernos a prueba él también, señal de que sigue madurando y creciendo.
Que enfermen los niños y mueran es una terrible injusticia. No puedo ponerle palabras al dolor que eso supone. No sé por qué ocurre, quizás para que Ruth luche, comparta el dolor, le diga a su hijo unas palabras tan bellas. Sin duda un ejemplo de madre que seguirá luchando en nombre de su hijo para mitigar el dolor de su ausencia.
¡Qué valiente eres Ruth! Tu historia nos ayudará a reflexionar y ser mejores madres, aflorando lo que de verdad nos importa de nuestros hijos. Espero tener la oportunidad de estar al lado de mis hijos toda mi vida. No quiero verles morir.
Nolan, mamá irá un día a reunirse contigo en el cielo. Recordarás cuánto te ama.
Gracias por vuestra historia Ruth y Nolan.
Vanessa Ojeda