Si hay algo que puedo destacar de lo que han aprendido mis hijos tras el confinamiento es a montar en bici (sin ruedines). Primero fue el mayor que, después de haberle animado a hacerlo durante los últimos 2 años, un día se paró en medio del carril bici y dijo: “Quiero quitarle los ruedines a la bici”. Y así fue como perdió el miedo al desequilibrio y a caerse. En pocos minutos ya pedaleaba solo.
Al día siguiente el pequeño dijo: “Yo quiero probar”. Lo mismo. Pasó de bici sin pedales a bici sin ruedines.
Durante días, salimos todos los días cuando los niños solo podían salir una hora al día a la calle. De eso hace más de 6 meses. Practicaron y practicaron. Ha sido un punto de inflexión para ellos, lo sé. Les ha dado fuerza, ánimo, valentía, libertad y algunas frustraciones también.
Como papá practica ciclismo habitualmente han hecho un buen equipo y muchos días han salido los tres a montar en bici.
Mi bici, al contrario que las suyas, está en el pueblo, así que yo no podía unirme a ellos en los paseos. Pero los niños me lo pedían constantemente. Por fin, un fin de semana de julio, nos llevamos las bicis de los chicos al pueblo y salimos los cuatro juntos a pedalear. Mi hijo mayor no paraba de repetir: “¡Vamos todos en bici!”, con la emoción reflejada en su cara. Y el pequeño dijo algo así como: “Es el mejor momento del mundo”. Yo cerraba filas, porque llevaba unos 10 años sin ir en bici, tras una caída, y me estaba adaptando a la nueva bicicleta. Todo el camino fui observando lo felices que iban los tres.
El pequeño iba a tope. El pobre era el único que llevaba una bicicleta sin marchas. Yo veía cómo disfrutaban, con el corazón compungido, temiendo que pudieran caerse. Pero no, ninguno de nosotros se cayó.
Aunque a mí me costó un rato relajarme, de regreso sentí esa libertad que te otorga ir sobre ruedas, sintiendo el viento en tu cara, abriendo camino, conduciéndote a donde quieras llegar, explorando tus límites, sintiendo la felicidad recorrer todo tu cuerpo.
Creo que fue un momento muy importante para ellos, no solo aprender a ir en bici sino también ir todos juntos a montar en bicicleta. Desde hace un par de meses casi todos los fines de semana hemos salido a montar en bicicleta y está siendo una experiencia increíble. Encontrar ese momento en el que hacer algo los cuatro nos está conectando, uniendo y haciendo sentir felices.
Espero que sea un recuerdo de infancia que lleven consigo para siempre.
Vanessa Ojeda