Me abrazas suavemente. Con ternura. A menudo.
Miro atrás y recuerdo que el camino no ha sido fácil.
Me dejo abrazar en silencio porque las palabras sobran.
Intentas buscar la conexión que perdimos.
Te digo “Te quiero”.
Añoras la soledad de la exclusividad.
Te siento.
Necesitas recuperar el tiempo que pasamos separados.
Llenar ese vacío que dejó mi miedo, mi inseguridad, mi inexperiencia, mi contención.
Te miro a los ojos.
Para mí no es fácil. Me cuesta sostener la mirada, tocar, hablar, abrazar, besar.
Aún a menudo me contengo.
El camino ha sido largo, pero todo lo que me ha llevado hasta aquí ha sido para aprender.
Porque soy imperfecta y tú también.
Y me sigo equivocando y volviéndolo a intentar.
Estoy aquí y sigo luchando.
Estamos aquí, recuperándonos.
Me obligas a hacerlo mejor cada día, a salir de mi zona de confort, a tirarme a la piscina.
Me recuerdas de dónde vengo y hacia dónde voy.
Y me abro, me arriesgo y estiro la cuerda hasta tensarla buscando mis propios límites.
No me conformo. No. Sé lo que quiero.
Esto es lo que quiero, este es el camino y vosotros, mis guías.
Sigue abrazándome dulcemente para seguir recuperándonos, llenando esos espacios que un día nos separaron.
Hoy sigue creciendo la madre que quiero ser, de camino al amor incondicional.
Vanessa Ojeda