Sin lugar a dudas la figura paterna no sólo es de vital importancia para los hijos sino que resulta imprescindible como compañero de viaje en la aventura de la maternidad para nosotras. Además la cooperación en las tareas y responsabilidades es fundamental.
Durante los meses de embarazo y primeros meses de vida del bebé recae prácticamente toda la responsabilidad sobre la madre. Pero la madre necesita un apoyo para formar el nido. Este apoyo va más allá de las tareas domésticas y se convierte en una necesidad de apoyo emocional, de cariño, de comprensión, de paciencia, de humor y de amor.
Cuando nacen los hijos todo nuestro mundo se vuelve del revés, cambia por completo y muchas veces supera con creces nuestras expectativas. Nuestro ser se pone a disposición del bebé y todo en nosotros pasa a ser secundario. Lo reconozco, soy una madre sacrificada. Ya lo he sido siempre como persona, así que como mamá, esa cualidad ha crecido exponencialmente. Por lo tanto el sacrificio no ha sido mi mayor problema. En cambio para mi pareja eso ha resultado mucho más difícil de lo esperado. Al tener a nuestros hijos la vida nos ha cambiado drásticamente, además de haber sido muy duro porque cuando todo gira en torno a si un bebé duerme o no, cómo, cuándo y cuánto, el día a día se convierte en muchos momentos en un callejón sin salida; además descansamos mal y después de trabajar y de las cientos de tareas cotidianas no nos queda tiempo para nosotros ni como individuos ni como pareja.
Y, a mi marido, que nunca había tenido unas aficiones muy definidas, de repente le entraron las ganas de correr, después nadar y más tarde ir en bicicleta. Además su paciencia empezó a mermar por momentos.
Y, a pesar de que no me queda duda de que ama a nuestros hijos, creo que la situación le ha superado y le resulta muy difícil saber cómo gestionar las dificultades con las que nos vamos encontrando en el camino. Obviamente a mí también me resulta tremendamente complicado pero intento quemar todos los cartuchos hasta encontrar una solución.
A pesar de todos los obstáculos del día a día sé que él se esfuerza mucho y nos cuida. Cada día cocina para nosotros, limpia, friega platos, da el baño a los niños y la cena, entre otras cosas.
Su corazón es infinito pero a veces se ve poseído por una extraña sensación de pérdida del control de nuestras vidas. Eso supone que en muchos momentos mi gran apoyo se aleja, se pierde, y entonces yo también me alejo, me pierdo y eso me desestabiliza. Es una etapa dura especialmente cuando los niños se tienen seguidos. Es totalmente lógico que a veces la situación nos desborde pero es entonces cuando más necesitamos trabajar en equipo y apoyarnos mutuamente.
Así que en muchos momentos me toca enfriar la cabeza e ir a rescatarlo (a lo Pretty Woman) como tantas otras veces él me rescató a mí.
Él es el padre y es tan importante como yo.
Él debe cooperar asumiendo tareas y tomando decisiones.
Él tiene que apoyarme en mis decisiones y estar a mi lado en los momentos difíciles.
Él también necesita mi apoyo.
Para superar esta vorágine de sentimientos encontrados la única manera es estar muy unidos. Ser uno solo.
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