Buscando respuestas
Hace unas semanas leí en un perfil de alguien desconocido: “El camino siempre es hacia adentro”. Al instante me sentí completamente identificada. Ser PAS te otorga una profundidad que la mayoría de la gente ni se imagina.
Mi mente analiza toda la información que le llega, sea por el canal que sea, y la procesa tras haberle dado muchas vueltas. Observo, escucho, huelo, saboreo y toco y lo que veo, oigo, huelo, pruebo o noto lo hago con mayor detalle, percibiendo muchos más matices que gran parte de la población. Eso hace que me resulte muy difícil soportar los extremos. No tolero bien ni el frío ni el calor, ni aquello que es muy dulce ni lo que resulta muy salado, ni el sonido muy agudo ni tampoco el demasiado grave, ni un perfume ni aquello que resulta nauseabundo, ni algo muy ancho ni tampoco muy estrecho, …
¿Os podéis imaginar lo difícil que nos resulta tomar decisiones?

En cuanto a relaciones sociales se refiere necesito rodearme de personas con ciertas semejanzas, con intereses comunes, con cultura, que quieran hablar del amor, de la vida, de la muerte, de lo que sienten, que sepan escuchar, que miren a los ojos, que no juzguen nada de lo que digo, que quieran conocerme de verdad, que respeten mi opinión, que evolucionen, que busquen respuestas como yo, que quieran compartir lo que han aprendido, que desprendan sabiduría, que me aporten, que se alegren de mi éxito y me acompañen en mi fracaso. Personas profundas.
Cada vez me resulta más difícil mantener el interés de conversar con personas que hablan solo de política, de cotilleos, de sus problemas o de sus éxitos, de su ego. Ya no me interesa compartir mi tiempo y el espacio con gente que no me pregunta cómo estoy, cómo me va la vida, cómo me siento hoy o qué necesito. Todas esas personas no me suman y me veo obligada a dejarlas atrás, cuando eso es posible, o pasar menos tiempo con ellas cuando son de mi entorno más cercano.
Hace mucho que sé que tengo un don para escuchar. Sin embargo, también me encanta ser escuchada. Además, yo también me escucho. Miro mucho hacia adentro. Tengo numerosas inquietudes. Quiero evolucionar y crecer. El estancamiento no forma parte de mi vocabulario.
Por todo esto y mucho más he comprendido que el camino de la vida siempre es hacia adentro. Es ahí donde están muchas de las respuestas o llegan ahí cuando nos enriquecemos de la sabiduría de otras personas. Y ahí es donde se genera la fuerza. Es justo ahí donde reside el poder. Y es ahí donde guardamos todas nuestras emociones, el verdadero motor que impulsa cada paso que damos en el camino de nuestras vidas. Por eso, siempre es hacia adentro.
Vanessa Ojeda
Deja una respuesta