¿Desde cuándo quise ser mamá?
¿Desde siempre? Cuando mi marido y yo éramos novios le conté toda mi historia, la carga genética y mi deseo de no ser madre. Para mí suponía una responsabilidad enorme. Y, pensar que podía transmitir a mis hijos una enfermedad o que fueran portadores de la misma, me resultaba tremendamente egoísta. Así que durante un tiempo negué querer tener hijos y así me mantuve durante años. Supongo que mi marido o, no se lo creía o esperaba que yo cambiase de idea, porque decidió seguir adelante con la relación e incluso nos casamos.
En ese momento ya sabíamos que supuestamente podíamos tener niñas, así que entonces algo despertó el deseo. Y se lo propuse. Entonces él fue el que se frenó un poco.
Tras varios cambios laborales decidimos esperar un poco más. Pasado un tiempo me planté y se lo propuse de nuevo en serio y nos pusimos manos a la obra. Tras varios contratiempos llegó el primer embarazo y un año más tarde le propuse no esperar mucho más para el segundo hijo. La edad apretaba. No quería cumplir los 35 y sumar el riesgo del síndrome de Down a nuestra ecuación. No nos pusimos a buscarlo en serio, pero 6 meses más tarde ya estaba embarazada.
¿Qué ha significado para mí la maternidad? Un cambio. Algo dentro de mí ha aflorado. Amor, ternura, plenitud, han llenado mi vida, la han completado. Es como si hubiera recuperado el eslabón perdido.
¿Perdido? Sí. Desde que tengo recuerdos, siempre me veo a mí misma jugando con muñecas. En mis recuerdos guardo imágenes con 12 años y jugando con muñecas. Y, después, preocupándome y dando consejos a todo el mundo. Cuidando de los demás. Ejerciendo de madre. Poniéndome en el lugar de una madre con mis seres queridos.
Ahora lo sé, siempre quise ser madre. Me he equivocado muchas veces y me seguiré equivocando muchas más, haré cosas mal, dudaré, tendré miedo, estaré cansada, necesitaré recuperar mi espacio, tiempo para mí y mi pareja, … pero seré madre siempre. Espero que mis hijos piensen de mí que soy una buena madre.
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