Felices ocho
Querido Ernest:
Son días de mirar atrás y hacer un repaso a tus ocho años de vida. Si lo hago, todas las imágenes que me vienen a la mente me transmiten calma. Porque tú eres calma. Incluso cuando te enfadas, lo haces desde la calma. Hasta tu rabia es silenciosa.
Estás en el año de los dinosaurios. Y no hablo del horóscopo chino, sino de tu auténtica pasión en este momento. Has aprendido más datos de dinosaurios de los que yo podría procesar en toda mi vida. Cuando algo te gusta de verdad, no hay nada más en el mundo que te interese tanto. Primero fueron los coches, luego los bomberos, más tardes los militares y ahora los dinosaurios.
Y cada una de tus aficiones se cocina a fuego lento. La paladeas a tu ritmo. Y eso es lo que estoy aprendiendo contigo. Que ese es tu ritmo, y no es muy diferente al mío. Pero me apremian las ganas de verte brillar.
Este está siendo también el año de hacerte creer en tus talentos. No, aún no sabes las tablas de multiplicar. Sin embargo, se te da bien nadar, montar en bicicleta o compartir datos de dinosaurios como si fueras una enciclopedia (quizás aun no sabes qué es una enciclopedia).
También dibujas con mucho detalle. Tienes talento para ello. Además, se nota tu delicadeza en el contacto con los demás. Me encanta cuando me abrazas, cuando me das besos o cuando cuidas de mis pies. Sé que aún estás contenido, que te falta perder el miedo, la inseguridad y gritar “aquí estoy yo y esto es lo que sé hacer”. Cuando lo consigas, brillarás aún más.
Completada la octava vuelta al Sol, puedo decirte que puedes sentirte orgulloso del recorrido. Yo solo puedo darte las gracias por una segunda maternidad más centrada, enfocada y conectada. ¡Feliz cumpleaños Ernest!
Te quiero, siempre
Vanessa Ojeda
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