La violencia obstétrica existe
Había hablado en algunas ocasiones de lo que ocurrió en mis partos, pero no había hecho público lo que sufrí, entre otras cosas porque tardé años en saber que eso era violencia obstétrica.
En el parto de mi primer hijo, cuando me pusieron la epidural, nadie me sujetó. La anestesista incluso paró un momento para hablar por teléfono. Al no sujetarme nadie, se me movió la pierna de forma involuntaria. Entonces la aguja traspasó la duramadre y las consecuencias en el posparto inmediato fueron duras, dificultando la lactancia materna, el “piel con piel”, el apego seguro, etcétera.
Ya en el paritorio me rompieron las aguas, el bebé fue monitorizado, me hicieron permanecer tumbada sobre la camilla, me practicaron la maniobra de Kristeller, además de realizarme una episiotomía que, por cierto, no sirvió de nada, pues me desgarré igualmente, pero que me ha dejado secuelas para siempre. Todo esto ante más de una decena de personas como espectadores. Además de asear, pesar y dar al bebé a su padre, para rematar, al llegar a la habitación, me apretaron el pezón para ver si tenía leche. Y esto es solo por nombrar algunas de las prácticas de las que fui víctima.

En mi segundo parto, tan solo dos años después, al que acudí con un plan de parto dada la experiencia del primero, sentí que me respetaban mucho más. Sin embargo, me hicieron una episiotomía, eso sí consultándome antes. El trabajo de parto fue bien y, tras pocos empujones, asomó la cabeza de mi hijo. Cuando estiraron de sus hombros le rompieron la clavícula (aunque no nos enteramos hasta 48 horas más tarde, ni nosotros ni ningún otro profesional hasta llegar a la revisión de la pediatra previa al alta) y al acabar de parir me sondaron. En ambos partos llevé puesta una vía y goteo.
Toda una experiencia.
¿Denuncié? No. Porque ni sabía que lo que había sufrido era violencia obstétrica. Son cosas de las que no se hablan. Son tabúes. Incluso creía que eran prácticas normales en el ámbito sanitario. Pocos referentes tenía yo a mi alrededor. Pocas experiencias de parto conocidas.
Han pasado 9 años desde entonces y no lo olvido. He decidido contarlo para que otras mujeres no pasen por lo mismo. Para que ellas sí sepan lo que es violencia obstétrica.
Y me he animado a hacerlo gracias a que otras madres han encendido las RRSS, como os conté hace unos días en Instagram.
¿Cómo puede decir el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos que no existe la violencia obstétrica? Es indignante. Una vergüenza.
Por mí, por ti, por todas.
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Vanessa Ojeda
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