1 mes más tarde
Hace semanas que este post ronda en mi cabeza. Cuando acaba un año, suelo hacer balance y el 2022 fue un año intenso. Trabajé mucho, incluso los fines de semana, di muchos talleres y charlas, pasé mucho tiempo con mi familia, estuve enferma varias veces y recuperé tiempo con mi pareja.
Fue tan intenso que todas las vacaciones me supieron a poco. Así que, me prometí a mí misma un 2023 a mi ritmo, sin grandes proyectos, sin compromisos, sin demasiadas expectativas y poniendo el foco en mí misma.
Lo empecé de vacaciones, después llegó nuestro viaje en pareja y sin poder recuperarnos del mismo, directamente enferma y todos los demás detrás de mí. Enferma como hacía años que no lo estaba. Dejándome tan cansada que no tengo ganas de nada. Descanso obligado. Tengo la sensación de que el cuerpo se cobra las deudas. Y así ha pasado el primer mes del año y ya ha sido intenso sin objetivo alguno.
Qué bien estamos cuando tenemos salud y cómo nos tambaleamos cuando nos falta. Estar enferma me ha obligado a parar, cuando aún no había arrancado, a descansar cuando aún no había cogido carrerilla y a minimizar el gasto energético cuando empezaba a hibernar.
No sé qué más me deparará el 2023 pero esto ya ha sido un comienzo fuerte. Ahora, deseando recuperarme del todo y volver a empezar. Contando los días para que se vaya el frío que no puedo soportar y poder disfrutar de una temperatura de confort que me anime a hacer algo distinto al sofá y manta de las últimas semanas. Porque me pone de muy mal humor el frío y se me quitan las ganas de todo. Esto suena a que me estoy haciendo mayor, ¿verdad?
Bienvenido 2023. Hemos empezado nuestra relación tan intensamente como la acabamos el 2022 y yo. No esperes que siga siendo así los próximos 11 meses.
Vanessa Ojeda