Me han propuesto un nuevo tema a abordar y me parece interesante. Una amiga, cuya profesión se halla estrechamente vinculada a los niños, y madre de 2 hijos además, me contaba que a su hijo de 4 años le encanta el color rosa.
Hace un tiempo ella y su hijo miraban zapatos y mi amiga le enseñó a su hijo los modelos que había para ver cuáles le gustaban. El niño se decantó por unas zapatillas de tela de color rosa. Su madre no se sintió cómoda con esa elección y siguió enseñándole otros modelos. No pudo evitar continuar la búsqueda hasta conducirlo a un modelo de colores rosa, naranja y azul.
Cuando hablaba conmigo me decía que era incapaz de dejar que su hijo se pusiese esas zapatillas a pesar de sus creencias no sexistas, su formación y experiencia. Comentaba que la educación recibida y los estereotipos altamente interiorizados seguían muy presentes y eso le llevaba a temer que otros niños se burlaran de su hijo.
Yo abogada también a que uno de los motivos que más nos presiona a tomar esas decisiones es el que dirá la gente. La opinión popular y la presión social.
Seguramente si su hijo le hubiese pedido unas pantuflas para ir por casa de color rosa no hubiera supuesto un problema. Porque habría quedado en la intimidad del hogar. Pero claro, lo que él le pedía era algo para llevar por la calle, al cole, donde todo el mundo puede verle.
También le comenté que ahora, con 4 años, no sería un problema tan grave, porque el resto de niños aún no tienen estas ideas tan definidas. Aunque mi hijo, que es de la misma edad, me dijo ayer que porqué le ponía unos calcetines de niña de color rosa (porque llevaban un dibujo fucsia). Su hermano le contestó: “No son de niña, eran míos”. Y se los puso. Y yo, salí airosa de la situación.
Pero en edades más avanzadas, a partir de los 5 o 6 años ya sí podemos encontrar a niños que hablan claramente de cosas para niños y cosas para niñas.
Y seamos realistas, ¿a quién no le ocurre esto?
- ¿Qué hacemos si nuestro hijo nos pide disfrazarse de princesa?
- ¿Y si nos dice que quiere llevar un bolso a un collar o pintarse las uñas?
- ¿O si nuestra hija quiere ir disfrazada de superhéroe?
- ¿O si nuestra hija quiere jugar al hockey o ponerse un bañador de chico en vez de un bikini?
Quizás con las niñas cuesta menos, pero con los niños nos resulta más difícil ceder.
Yo misma le dije a mi amiga que no me había visto en una situación como la de las zapatillas rosas pero que seguro que hubiera actuado de una manera similar, intentando negociar con el niño hasta encontrar un punto de equilibrio con el que ambos nos hubiéramos sentido a gusto.
Pero para que veáis que a mí me pasa igual que a mi amiga, hace unos meses necesitó mi hijo mayor, de 6 años, una camiseta para una función escolar y mi marido encontró una (después de llevar varios días los dos buscando camisetas, fueran de niño de niña) y cuando vi que era de niña no pudo evitar mirar la costura brillante que llevaba. Así que yo también me sentí “pillada” en ese pensamiento. Después de eso me he sentido liberada para comprar otras camisetas de niña porque las necesitaba para pintar y no encontraba de niño. Y, ¿sabéis qué ha pasado? Pues nada.
Lo más curioso es que todo esto va más allá. Se habla ya de no separar los juguetes, la ropa y las cosas en las tiendas por sexo. Y me parece estupendo. Me hace reflexionar profundamente sobre los prejuicios que aún arrastramos.
Aunque también pienso, ¿podremos evolucionar mentalmente para llegar a eso?
Ojalá que sí.
Vanessa Ojeda