No es no, desde que nacemos hasta que morimos.
No es no, cuando tu hijo no quiere comer más.
No es no, cuando no quiere disfrazarse.
No es no, cuando no quiere dar un beso al abuelo.
No es no, cuando no quiere que otra persona lo coja en brazos.
No es no, cuando no quiere tirarse al agua.
No es no, cuando no quiere dormir solo.
No es no, cuando no quiere quitarse el pañal.
No es no, cuando no quiere trepar un árbol.
No es no, cuando no quiere ponerse el abrigo.
No es no, cuando no quiere prestar su juguete.
No es no, cuando no quiere ponerse los zapatos, pero sí las deportivas.
No es no, cuando no quiere saludar al vecino.
No es no, cuando no quiere tirarse por el tobogán.
No es no, cuando no quiere cortarse el pelo.
No es no, cuando no quiere desnudarse ante otras personas.
No es no, siempre que es NO (a excepción de situaciones de peligro o salud)
Porque si pretendemos que aprendan a decir que NO, solo lo lograremos respetando sus negaciones. Y no solo durante la etapa del NO, sino siempre, durante toda su vida.
No es no, cuando no quiere probar el tabaco.
No es no, cuando no quiere tomar un café.
No es no, cuando no quiere beber una copa.
No es no, cuando no quiere hacer horas extras.
No es no, cuando no le parece ético.
No es no, cuando no quiere conocer a esa persona.
No es no, cuando no quiere contacto.
No es no, cuando se trata de su cuerpo.
NO es NO
Enseñemos a nuestros hijos a respetar su cuerpo (así como nosotros también debemos respetar el nuestro) para que ellos puedan respetar a los demás tanto como a sí mismos.
Vanessa Ojeda