Hace unas semanas hablaba por teléfono con mi amiga Estefanía y me propuso tratar este tema en un post. Así que allá vamos.
¿Os habéis fijado en los dibujos de las camisetas catalogadas como “de niños”? En ellas aparecen animales rugiendo, tiburones con las bocas abiertas, dinosaurios, monstruos, calaveras, piratas,… ah sí, y superhéroes. Incluso se estampan mensajes no acordes a su edad.
¿Qué tipo de mensaje os parece que transmiten? ¿Agresivo, verdad?
¿Y los dibujos de las camisetas de niñas? Son corazones, estrellas, princesas, bailarinas, etcétera. Aquí, en cambio, el mensaje es de calma, ternura. ¿No creéis?
¿No tenéis la sensación de que se transmiten mensajes que fomentan un estereotipo en el que el sexo masculino es fuerte, agresivo, salvador.
Y, en lo que respecta al género femenino, ¿no se estampan mensajes asociados a la necesidad de ser rescatado? Se sigue potenciando el perfil de princesa que necesita ser salvada por un príncipe.
Seguro que nos habíamos dado cuenta pero tal vez no habíamos reflexionado sobre ello. La cuestión es que para poder educar basándonos en el respeto está claro que hay que alejarse de los estándares. No solo sociales, académicos o de crianza, sino también hasta de los textiles.
A nosotros nos han dejado mucha ropa para los niños, así que, hasta ahora, poco hemos comprado. Aunque por mi forma de ser, suelo elegir prendas de líneas sencillas: colores lisos, rayas, dibujos simples… Así que creo no haber caído en la trampa todavía.
No debemos juzgar a los niños que llevan esa ropa, pero si podemos evitar ponérsela a nuestros hijos, posiblemente estemos haciéndoles un favor.
¡No a la ropa agresiva!
También deciros que estoy totalmente en contra de la ropa que no es de fibras naturales. Para mí es un suplicio poder encontrar ropa no sintética pero no os podéis imaginar lo que me indigna que la ropa de los niños ya empiece a ser gran parte de ella también de fibras no naturales. Que el algodón pierda su lugar frente al poliéster, acrílicos, viscosas, etc., es preocupante. Ropa que no transpira para niños en movimiento constante.
Ahora toca, como en el súper, mirar etiquetas. Así que ya os podéis imaginar, con el poco tiempo que tengo para hacer cualquier cosa, tener que ir a comprar ropa teniendo que revisar en cada etiqueta la composición de la misma. Y como me empeñe en que sea de algodón, lana, o lino, puedo tardar horas en comprar un par de prendas. Es como buscar una aguja en un pajar. Vamos, una inversión de tiempo brutal.
¡No a la ropa sintética!
Vanessa Ojeda