Es cuestión de cuestionarse
A veces es necesario parar. Parar para bajar el ritmo, para descansar, para recuperar el foco, para recalcular ruta. Otras veces es necesario hacerlo para cuestionarse lo que oímos, lo que leemos o lo que nos dicen.
Si de algo peca la educación que recibimos, ya sea en casa o en la escuela, es de lo poco que nuestros padres, profesores, amigos o familiares nos hacen pensar, reflexionar o replantearnos hasta lo más nimio de nuestra propia existencia.
Ya que lo que recibimos son más bien mensajes de obediencia (en muchos casos, ciega), silencio, órdenes, manipulación, incluso condenas a la diferencia, a la norma. Obviando la posibilidad de ser libres de pensamiento. Auténticos.
Y así, como quién no quiere la cosa, llegamos al punto de barajar la posibilidad de que la filosofía deje de impartirse en las escuelas.
Entonces sí que dejaremos de pensar por nosotros mismos, decantándonos por lo que diga un puñado de personas, lo que veamos hacer al vecino o simplemente lo que nos impongan, ley mediante o sin ella. Imágenes y titulares bastarán para dirigirnos.
Es difícil nadar a contracorriente. ¿No te lo parece desde que eres madre? Sin embargo, has optado por una crianza respetuosa, por una maternidad consciente. Así que, ahora toca, como parte del proceso de criar desde el respeto, enseñar a tus hijos a pensar, en vez de tomar decisiones por ellos, acompañar el proceso dicotómico y finalmente confiar en ellos, dejando que libremente decidan. Sintiendo y haciéndose cargo de las consecuencias de sus actos y de sus pensamientos.
¿Y si se equivocan? ¡Enhorabuena! Entonces habrás llegado y ellos también a la conclusión de que sois humanos y que los errores son oportunidades de aprendizaje.
Y tú, ¿te cuestionas algo? Este podría ser un buen punto de partida.
Vanessa Ojeda