En el último post os conté cómo me había decepcionado recibir un informe negativo de la tutora de mi hijo pequeño (de 3 años, en su primer año de cole). Hoy quería contar cómo sigue la historia.
Tras aquella tutoría (La educación conservadora) en la que se afirmó que el niño había cambiado, un mes y pico después, tres familias recibimos una nota diciendo si queríamos mantener una tutoría porque nuestros hijos no hacían caso a las maestras, por lo que se les había llevado a otra clase de niños más mayores para que vieran cómo hay que comportarse.
Pues claro que fui a la tutoría. La maestra me preguntó si en casa se comportaba igual y le dije sí, que estábamos inmersos en una fase de oídos sordos, caso omiso, tirar cosas, hacer “de las suyas”,… una auténtica llamada de atención. Le comenté que precisamente los niños implicados en el envío a la clase de los mayores, son niños que habitualmente por las mañanas demuestran abiertamente no querer quedarse en el colegio. Algo tenían todos en común.
Dijo que intentaría hablar más con el niño, hacerle sentir más integrado y un poco protagonista.
Y, ¿qué pensáis que ocurrió en el último informe de fin de curso? Pues dos cosas:
- Que la maestra en cuestión no estuvo para hacernos entrega del informe final, pues la maestra titular decidió darse de alta médica el día antes. Y cuál fue mi sorpresa cuando llegué a recoger el informe y ella misma reconoció ni haber leído el informe. Si me lo hubieran puesto en un sobre hubiese tenido el mismo efecto que ir a recogerlo.
- Que el informe decía que el niño había mejorado su conducta pero que últimamente tenía una actitud de rebeldía y le costaba aceptar las normas del aula. Que si le dejamos los límites claros, seguramente mejorará su actitud.
Quiero dejar claro que en ningún momento niego que el niño tenga esa actitud. Es decir, lo que ella comenta es una realidad, pero no creo que sea ni el único niño que reacciona de esta manera ante una situación adversa ni creo que sea lo que más destaque de nuestro hijo. Lo que me parece es que no ha conseguido llegar hasta él, ganarse su confianza, conectar con él. En pocas palabras, que el niño no disfruta de acudir al cole.
¿Será un estilo educativo conservador? No lo sé. Pero mi hijo no quiere ir al colegio y aunque tiene que ver con muchas otras cosas, también tiene algo que ver con el entorno con el que se encuentra cuando va.
El año que viene será una sorpresa. No sabemos quién será su maestro o maestra (y así llevamos cuatro cursos académicos, desde que empezó el cole nuestro hijo mayor), pero deseamos que sea alguien con el que nuestro hijo se sienta como en casa.
Próximamente os contaré cómo ha sido este primer curso, para que entendáis mejor todo lo que os he explicado en estos dos últimos posts.
Vanessa Ojeda