No tuve la oportunidad de compartir mucho tiempo con ella. La madre de mi marido. La abuela Antonia.
Aunque hacía 5 años que mi marido y yo éramos novios, éramos tan jóvenes que tardamos un tiempo en conocer a nuestras familias. Aún así pasaron unos 2 años hasta que fui invitada a su casa. Tras una época difícil en la que no coincidimos mucho, poco después, en menos de un año, le diagnosticaron su enfermedad.
13 meses más tarde nos dejó. Una mujer aún joven. Demasiado por vivir aún.
Aquí quedaron un marido, unos padres y dos hijos aún muy jóvenes. Una familia rota.
No nos vio acabar los estudios, ni casarnos, ni ha conocido a sus nietos. Como decía no tuve una relación muy estrecha con ella. Y a veces no entendía por qué no trabajaba y solo se dedicaba a su familia, a sus hijos y a su casa. ¡Qué sabía yo entonces lo que era criar a los hijos, cuidar de tu familia y de tu casa, y del trabajo que todo esto supone! Ese trabajo no remunerado del que se ha hablado tanto en estos últimos días y que ya mencionaba en Mujeres trabajadoras.
No me cabe duda que fue una madre entregada a sus hijos y que, como casi todas, lo hizo lo mejor que supo.
Una vez mi marido me contó algo que me enterneció enormemente. Era un recuerdo de su infancia. Su madre le calentaba el pijama en invierno poniéndolo en el brasero. Me pareció un acto de amor tan maravilloso que no pude evitar llorar.
Desde que nació nuestro primer hijo, durante el invierno, colocamos los pijamas en el radiador para tenerlos calientes al salir del bañito. Aunque los niños no la han conocido, a veces les hablamos de su abuela Antonia. Y les contamos que ella también calentaba los pijamas.
Cada día, cuando pongo el pijama a calentar no puedo evitar recordarla. Es una forma de tenerla presente.
Es la huella que dejó en nosotros. Recuerdos que permanecen. Para siempre, en nuestra memoria y en nuestros corazones.
Vanessa Ojeda
Me ha tocado al corazón, me ha enternecido mucho.
Me encanta todo lo que escribes, no hay mejor nombre para definirlo, mamá se escribe con amor. Y tanto! Un abrazo,
Hola María! Tú sí que me has tocado el corazón. 🙂
Muchas gracias por tus palabras y especialmente por tomarte la molestia de escribirlas. Es precioso recibir vuestro feedback! Un abrazo enorme.