Mi papá y mi mamá me han enseñado que los niños no se portan ni bien ni mal. Solo somos niños que queremos pertenecer al grupo, integrarnos en la familia, ver satisfechas nuestras necesidades y llamar la atención de los adultos hasta conseguirlo.
También me han mostrado que el interés por los regalos y los Reyes es de los adultos porque cuando yo era pequeño no sabía ni qué era un regalo ni mucho menos quiénes eráis vosotros.
Me traéis muchos más regalos de los que yo necesito, algunos de los cuales ni siquiera me gustan. Y los adultos pretenden que me entretenga con ellos yo solo, en vez de compartir nuestra alegría (la de ellos, más que la mía), porque algunos de los regalos son más reflejo de sus gustos que de los míos.
Todos los que me rodean no dejan de preguntarme si me he portado bien, si he sido bueno, si os he escrito la carta. Y después, llegado el momento, no dejan de hablar de tickets regalo, dinero, tiendas, carbón y otras tantas cosas que no entiendo.
Así que, Queridos Reyes Magos, yo estoy hecho un lío. Ya no sé si me he portado algo (ni si bien, ni si mal), ni qué pedir, ni qué quiero que me traigáis, ni qué elegir de entre cientos de juguetes de catálogos.
Nadie entiende que yo solo haya pedido un regalo, que no se vende en ninguna tienda normal de juguetes. Solo quiero vivir feliz, inocentemente, sin preocupaciones de mayores.
Y si mañana encuentro algún regalo que me guste, para compartir, mejor.
Era más feliz cuando no sabía de vuestra existencia. Ahora me paso el tiempo contando los días que faltan para que lleguéis, esperando encontrar bajo el árbol el regalo que tanto ansío (y del que muy probablemente me cansaré al cabo de poco tiempo).
Pero por si acaso seguiré escribiéndoos la carta cada año, esperando con anhelo vuestra llegada, acompañada del regalo que tanta ilusión me hace.
Buen viaje Reyes Magos.
Vanessa Ojeda
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