Paseamos por la calle y, en ocasiones, caminas cerca de mí, otras corres, y, algunas veces, vuelves y buscas mi mano. Aprieto tu mano con la mía y caminamos juntos.
Cruzamos la calle y al llegar al otro lado vuelves a soltarme. Pero poco después regresas a darme la mano. Sólo hace un par de meses que has cumplido los 3 años.
A veces tu hermano mayor, que no ha sido muy apegado, también camina a mi lado y le cojo la mano. En ocasiones os tengo a los dos cogidos de la mano y caminamos los tres juntos.
Me encanta sentir vuestro calor, especialmente en invierno, cuando yo tengo las manos frías y vuestras pequeñas manos están calentitas.
¿Cuánto tiempo andaremos de la mano? ¿Cuándo llegará el día en el que no queráis que os coja de la mano?
A menudo pienso si soy yo que necesito vuestra seguridad.
Me gusta que me cojas de la mano. No me sueltes todavía. No crezcas tan rápido. No dejes de necesitarme. Aún no estoy preparada para dejarte ir. Para que corras solo. Para que escales montañas. Para que cruces puentes. Para que elijas el camino.
Sé que tendré que hacerlo porque así funcionan las cosas; es el ciclo de la vida. Pero hoy déjame que siga sintiendo tu contacto, que caminemos juntos, entrelazando nuestras manos. Seguiré preparándome para cuando tú me dejes ir.
Vanessa Ojeda
[…] embargo, intento centrarme en el aquí y ahora, por eso disfruto aún de que no me sueltes la mano o que me la busques tú, de los abrazos que me das, de cómo me miras intensamente a los ojos o de […]