O sí
¿Te suena la frase: “No llores”?
“No llores que te pones fea”
“Llorando no se arregla nada”
“Los hombres no lloran”
Así hemos crecido muchas de nosotras. Bombardeadas por frases sin sentido, sin profundidad. Por afirmaciones humillantes. Hemos sido INVALIDADAS, en mayúsculas. Quizás consiguieron que reprimiéramos el llanto. O tal vez no fue posible ya que nuestra sensibilidad es más fuerte. Y a pesar de ello, lloramos menos. Mucho menos que cuando éramos niñas, adolescentes o jóvenes.
Años después nos hemos convertido en madres conscientes que buscan alejarse del modelo de crianza tradicional: autoritario, desapegado, invalidante, para acercarnos a una crianza basada en el apego, en el respeto, en el amor.
Al llegar hasta aquí, por el camino, hemos aprendido que el llanto es un método de comunicación, es la expresión del dolor, la muestra de la rabia o el reflejo de la tristeza. Si vemos llorar a nuestro hijo, con un poco de suerte, validaremos el llanto y acompañaremos la emoción asociada, si la detectamos o el niño quiere o puede compartirla.
Sin embargo, ¿cuándo fue la última vez que lloraste tú? ¿lo hiciste delante de tus hijos? ¿Por qué algunas de nosotras evitamos llorar ante nuestros hijos? Muy probablemente nos reprimimos la emoción como aprendimos de niñas. No dejamos que nos vean llorar porque aún nos sigue costando poner palabras a lo que sentimos. O creemos que debemos hacernos las fuertes. Quizás porque nos sentimos mayores. O porque evitamos dar explicaciones que les causen sufrimiento.
En cambio, los niños, lloran por ellos y por nosotras. Perciben nuestro sentir y lloran. Sienten nuestro dolor y lloran. Tal vez ese día no entendemos qué les ocurre, no acertamos a adivinar si es hambre, sueño, dolor o emoción. Sorprendentemente, al fin y al cabo, se trata de fusión emocional. Por eso, llora por ti. Y deja que tu hijo llore por sí mismo o por ti, pero que suelte hasta la última lágrima. Y hazlo tú también como modelo para tu hijo, por imitación aprenderá a exteriorizar sus emociones.
Sino, ¿qué sentido tiene que validemos el llanto de nuestros hijos cuando nosotras nunca lloramos ante ellos?
Vanessa Ojeda
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