Hace poquito abrí este tema, de hecho hace dos semanas publiqué (¿Dónde están nuestras emociones?) y, la verdad, me quedé con ganas de más, de seguir abriéndome y contándoos un poquito más de mí misma, de los míos, de nuestras emociones. En este post empezaré hablando de mí.
Si recordáis, hace unas semanas, compartí con vosotros una publicación que hablaba de las personas PAS. Profundizar en el tema fue revelador para mí, porque su descripción encaja perfectamente con como soy.
Aunque he sido una persona que siempre ha intentado conocerse mejor a sí misma y rascar hasta llegar más adentro, desde que soy madre eso se ha multiplicado. La maternidad me ha hecho ahondar, explorar y aflorar muchas cosas. Ahora me reconozco mejor. Pero también ha removido parte de mi historia, de mis orígenes y de mi infancia.
Desde ese momento sé lo que quiero ser y lo que no. Pero en el camino sigue habiendo algo anclado. Siento que alguna cosa está bloqueando mi libertad. Sé cómo soy por dentro; en cambio noto una represión que me impide expresarme hacia fuera.
Siempre ha sido así, pero ahora lo noto más que nunca.
Quiero mucho a mi gente, pero me cuesta muchísimo demostrárselo en persona. Y es lo que deseo, pero algo me frena para manifestarlo. Me encanta que mi familia me abrace, me toque y me dé besos, pero a mí me cuesta mucho hacerlo.
Me cuesta correr hacia mis hijos para abrazarlos cuando los recojo en el colegio, me cuesta ir hasta la puerta de casa a dar un beso a mi marido cuando llega, me cuesta mirar a alguien a los ojos y decirle que le quiero, me resulta difícil tocar a otras personas o acortar distancias. Incluso me incomoda que la gente me toque (aquella con la que no tengo confianza).
A menudo para expresar lo que siento utilizo cartas, notas, mensajes o la intimidad de la oscuridad.
No sé cómo se llama lo que me bloquea pero se parece mucho al resentimiento, a la vergüenza y a la inseguridad.
Cada vez esas distancias con las personas se hacen más grandes. No me gustan. De hecho, me horrorizan. Y después me arrepiento y me auto culpo.
Como podréis imaginar, aunque en menor medida, me pasa también con mis hijos. Y lo más grave es que ya veo en mi hijo mayor rasgos similares a los míos. Y creo que hemos influido mucho en él en ese sentido.
Probablemente mi problema se debe a una baja autoestima, a una educación restrictiva, desalentadora, “machacona”.
Sea como fuere, estoy trabajando para que eso cambie. Quiero sentirme liberada para abrazar, besar, correr, bailar, cantar, hablar en público sin dudar, sin trabarme, sin sentir vergüenza ni sentirme inferior.
Deseo mostrarme por fuera como soy por dentro, sin miedo. Quiero que el amor domine nuestras vidas, no el enfado, el resentimiento o lo que pudo ser y no fue.
Vanessa Ojeda
Deja una respuesta