Seis veces has dado la vuelta al Sol. 2.190 días y 52.560 horas hace que estás en nuestras vidas. Y sigo mirándote como si fueras mi bebé. Porque no habrá más. Porque estamos muy conectados. Porque sigues cogiéndome de la mano cuando caminamos juntos y porque me la aprietas antes de entrar al cole. Porque me echas de menos cuando estamos muchas horas separados. Porque nuestro vínculo es fuerte.
Tienes unos intereses que me dejan perpleja. Cuando algo te gusta, te gusta de verdad. Y si no te gusta, no se hable más.
Una maestra dijo de ti que eres “auténtico” y creo que, a pesar de que no me gustan las etiquetas, dio en el clavo.
Sueles poner el punto de cordura en nuestra casa cuando nuestro mundo se pone patas arriba. Y tienes una sensibilidad y delicadeza que me sorprende.
Cumples seis y pensaba que estarías pasando por una auténtica metamorfosis. Pero creo que tú te tomas tu tiempo para estas cosas. Vas a tu ritmo.
Y en tu camino aún no está previsto perder esa característica que solo los niños conservan y que una vez que se pierde, algo cambia para siempre. Es la inocencia.
Lo reconozco, me encanta que aún conserves esa esencia que te hace creer que todo es posible. Esa mirada de asombro y ese tono de voz de alegría cuando algo te sorprende.
Sé que aun así algo en ti está cambiando. Que te estás empezando a enfrentar al mundo con toda tu fuerza y toda tu rabia. Un despertar a lo que no te gusta. Forjando el carácter de la insumisión.
Hablas por los codos, ya haces bromas y has intentado contar algunos chistes. Sí, algo en ti se cuece, a fuego lento.
No tengas prisa Ernest. Déjanos disfrutar un poco más de esos momentos mágicos que solo la inocencia nos puede regalar. Cuando llegue tu momento, déjala ir y sigue creciendo, porque ese es tu camino y no el nuestro. Nosotros seguiremos acompañándote en cada paso que des.
¡Feliz cumpleaños Ernest!
Vanessa Ojeda
Deja una respuesta