Llevo varias semanas hablando de maestros, informes, tutorías, etcétera. Pero no he llegado a contaros cómo ha sido el primer año de cole de nuestro hijo pequeño, cosa que quizás ayudará a entender un poco mejor su actitud. Ernest empezó el cole este curso, poco antes de cumplir los 3 años, exactamente 1,5 meses antes. Después de un año sin llevar paquete y tras haber ido a la escoleta desde los 11 meses, momento en el que yo me reincorporé a trabajar.
Ha sido siempre un niño bastante tranquilo, muy unido a su hermano y muy apegado a mí.
Desde el segundo o tercer día de cole le ha costado mucho quedarse por la mañana, se agarraba a mi pierna y no quería entrar en clase. Incluso algún día se quedó llorando.
Tengo que decir que van a una escuela bastante tradicional, que ahora empieza a introducir cambios, solo en el ciclo de Infantil.
La maestra que tuvo los primeros meses, un 10. Con Clara vocación, muy cercana, comunicativa e implicada. Pero a los 4 meses, una vez adaptados los niños, se dio de baja. Y mira por donde, con nuestro primer hijo ya pasamos por lo mismo en su primer año de escuela. La nueva maestra algo inexperta, sumamente tímida y poco comunicativa nos tuvo varios meses en ascuas. Y una vez se pronunció, ya sabéis lo que dijo (La educación conservadora y la educación conservadora II).
Así que si Ernest empezaba a sentirse a gusto, todo cambió.
Notamos el comienzo de una fase muy potente de negación, de lanzar objetos o tirar cosas al suelo, pegar, llorar, gritar y distanciarse.
En el colegio se empezó a hacer pipí encima en vez de pedir para ir al baño. Buscó un grupo de apoyo uniéndose a otros niños con los que experimentaba las mil y una formas de hacer de las suyas. Y muchos días, cuando yo lo recogía, después de comer, me decían que le habían castigado las monitoras de comedor.
Y lo más importante, durante los últimos meses, día sí, día también, me decía que no quería ir al cole y todo ello ha sucedido durante un curso en el que ha estado acompañado de su hermano por las mañanas cuando subían a clase, en el patio después de comer y, por supuesto, a la ida y la vuelta.
El próximo curso, su hermano empieza primaria y ya no coincidirán. Así que ya veremos cómo se adapta, teniendo en cuenta esto y que tendrá un maestro o maestra nuevo/a, a priori.
Así que no ha sido fácil para él empezar el cole. Le ha costado mucho mostrar interés por las cosas que hacía, apenas me contaba nada. A pesar de que yo he notado en él un despertar, una evolución en el habla, en el interés, en la curiosidad,…
Desde que ha acabado el curso, reconozco que lo he notado más tranquilo, seguro, más activo y más calmado. También he comprobado que el cole lo agotaba mucho porque no dormía siesta. Y le hace falta.
Así que con ganas de ver cómo sigue creciendo y evolucionando. Va a un ritmo mucho más suave. Y creo que por ese motivo necesita apoyo, sentirse integrado en el aula. Que capten su interés, que lo conozcan un poco más para poder percibir qué le motiva.
Ojalá haya cambios positivos en la escuela para los niños. Al menos parece que los habrá en el servicio de comedor y probablemente en los maestros. Os seguiré contando.
Vanessa Ojeda
Deja una respuesta