Hace unos meses me preguntó mi hijo si existían los monstruos de verdad. Él tenía 5 años y medio. Y hace poco mi amiga Estefanía me dijo que su peque de 4 años también se lo preguntó.
Yo, a mi hijo, le respondí con otra pregunta: “¿tú qué crees?” (Ya habíamos hablado en otras muchas ocasiones del tema y leído cuentos sobre monstruos). Entonces me respondió que no. Yo reafirmé su respuesta y añadí que los monstruos son el reflejo de nuestros propios miedos. Y de momento, ahí se quedó la cosa.
Estefanía me comenta que en ese momento su hijo se lo preguntaba con frecuencia y que, a pesar de que su respuesta era un no rotundo, él seguía preguntando.
Entonces ella le decía que por qué se lo preguntaba. A lo que él contestaba: “los niños de mi clase dicen que sí existen”.
Así que la siguiente cuestión que uno mismo se plantea ante la respuesta de su hijo es por qué otros niños dicen que sí existen. ¿De dónde surge esa rotundidad? Quizás los adultos utilizan los monstruos para amenazar, conseguir que los niños hagan o dejen de hacer algo, impedir que toquen cosas, castigar, etcétera. Algunos ejemplos de monstruos recurrentes a lo largo de la historia son el coco o el hombre del saco. La verdad, deberían jubilarse.
Ante este tipo de cuestiones a veces les digo a mis hijos:
– “¿Tú has visto alguno?” (Monstruo, coco, incluso fantasmas o espíritus)
– “No”
– “Pues yo tampoco. Pero si existiesen me gustaría verlos y conocerlos. Hablar con ellos y hacerles muchas preguntas.”
¿Qué responder si otros niños afirman de su existencia?
Se me ocurre que podemos decirles que existen si ellos tienen miedo a algo porque ese miedo puede llegar a ser como un gran monstruo que te paraliza y asusta. Que te bloquea el paso y te impide avanzar.
Y quizás que esos niños hablan de esos monstruos en forma de metáfora. También podemos alentarles a que pregunten a sus amigos por qué dicen que existen, si saben dónde están o los han visto.
O comentarles que quizás se lo han imaginado porque aún no han hablado del tema de los monstruos con sus papás y sí los han visto en cuentos o dibujos.
Estas son algunas ideas que os doy pero seguro que hay muchísimas más y cada familia podrá encontrar una respuesta coherente que dar a sus hijos. Eso sí, que sea sincera.
Hay preguntas, que tienen que ver con otros temas, algo más místicos, que tal vez son más difíciles de responder, a menudo porque ni nosotros mismos tenemos una opinión definida al respecto. Pero eso da para otro post.
De momento matemos a los monstruos que nos impiden avanzar.
Vanessa Ojeda
Deja una respuesta