Fuente de inspiración
Hace un par de días mi hijo pequeño me habló de la admiración que sentía por algunos compañeros de clase, profundizando en la admiración por uno en particular. Nos dio pie a hablar sobre el concepto de admiración y llegó a preguntarme a quién admiraba yo. Luego me dijo que él también admiraba a sus seres queridos.
Entre otras cosas, le expliqué que, a menudo, admiramos a otras personas porque vemos en ellas valores, habilidades, fortalezas o características de su forma de ser que anhelamos, que nos faltan o que nos gustaría potenciar. Fijarnos en esas personas puede ayudarnos a trazar un mapa de ruta desde donde estamos ahora hasta donde nos gustaría llegar. No siempre podremos poner la meta allí, incluso a veces puede parecer una utopía tan solo pensar en ello. Sea como fuere, son personas inspiradoras.
Así fue cómo le conté la historia del recorrido hasta donde estoy en este momento. Y ha sido, en gran parte, por fijarme en algunas personas. En su trabajo, pensar en cómo me gustaría estar en su lugar y hacer algo tan bonito. Por su seguridad, por su inteligencia, por su capacidad de tener las palabras adecuadas en cada momento, por su fuerza y su potencial. Me dejé acompañar por ellas durante un tramo del camino. Algunas siguen a mi lado, otras van y vienen y unas pocas quedaron atrás. Y la realidad es que ahora acompaño a otras mujeres, incluso a familias, en temas de maternidad y crianza y estoy en un lugar en el que no imaginé estar y siento que lo que hago es maravilloso. Y que he crecido y me he superado con creces.
Este solo es el principio del camino. Queda mucho por hacer y mejorar. Pero estoy en él.
Ahora, hay personas que me dicen lo bonito que es mi trabajo e intuyo en esos comentarios que yo también puedo ser inspiración para otras personas.
La huella más profunda que dejaría es que, entre esas personas, estuvieran mis hijos, cerrando así el círculo.
¿No es lo que desearía cualquier madre o padre? ¿Ser un referente para sus hijos?
Vanessa Ojeda
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